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Será un pillo, un condenado: ¡todos los hombres son unos condenados! que los parta un ra.... No quiso oír más el Leonés, y dio por terminadas las consultas. Faltaba el fondo de la cuestión, el parecer de Lucía. Quebrábase el padre la cabeza en busca de un medio diplomático de averiguarlo, cuando la misma niña se lo proporcionó.

Por orden de diez y ocho de Septiembre del año pasado de mill y seisçientos y veinte y ocho, hize mrd. a Diego Velázquez, mi pintor de Cam.ra, de que se le diese por la despensa de mi casa vna raçión cada día en espeçie como la que tienen los Barberos de mi Cam.ra, en consideración de q.e se auia dado por satisfecho de todo lo que se le deuia hasta aquel día de las obras de su ofiçio q.e auia hecho para mi seruiçio, y de todas las q.e adelante hiçiese; y las q.e adelante hiçiere declaro aora en esta orden q. an de ser los retratos originales q. yo le mandare hacer.

Don Ramón no sabía la letra sino a medias, pero lo cantaba con el mismo entusiasmo que si la supiera. Empezaba siempre: Il sogno beato De pace e contento Ti, ro, ri, ra, ri, ro, Ti, ro, ri, ra, ri, ro. Necesitaba seguir tarareando hasta llegar a otros dos versos que decían: La dolce memoria De un tenero amore. Sobre los cuales se apoyaba sin cesar hasta concluir el allegro. ¡Hola!

Don Ramón no sabía la letra sino a medias, pero lo cantaba con el mismo entusiasmo que si la supiera. Empezaba siempre: Il sogno beato De pace e contento Ti, ro, ri, ra, ri, ro, Ti, ro, ri, ra, ri, ro. Necesitaba seguir tarareando hasta llegar a otros dos versos que decían: La dolce memoria De un tenero amore. Sobre los cuales se apoyaba sin cesar hasta concluir el allegro. ¡Hola!

No diga usted sacrilegios. ¡Quiere usted comparar ese galimatías que ni ellos mismos entienden con el sublime final de la Lucía o con el aria de tiple de la Favorita, que empieza: «Oh miooo Ferna... a... a... an... do... riii... raaa... ri... ra.., ro... riiira...!»

Vna cabeça de un hombre, baçiada de çera. Dos cajones de madera con unas plantas de papel de la Villa de Madrid. Vn cupidito de marmol sobre una almohada. Vn Retrato de la S.ra Infanta Reyna de vngría. Seis marcos de éuano verde, ondeados, de bara y tercia de largo. Otros dos marcos dorados, pequeños. Vna peaña de caoba y éuano. Ocho pies de yerro de morillos, forma de culebras.

En medio de aquel general adormecimiento, la niña proseguía su lectura con aire grave: En... se...gui...da... dos... le...o...nes... se... lan...za...ron... so...bre... él... y... lo... de...vo...ra...ron... En ese momento entré yo. Los leones de San Ireneo, entrando precipitadamente en la estancia, no hubieran producido allí más asombro del que yo produje. ¡Un verdadero efecto teatral!