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Y mas tarde entre manos cariñosas Que se ahuecan sensibles y piadosas, Cual urna sencillísima de cobre Donde se guarda el óbolo del pobre.

Poco me costó que hablase. Era parlanchina, locuaz, imprudente, de lengua demasiado suelta, culpas atenuadas por el afán de contar la caída desde una posición acomodada hasta la más dura pobreza: pero en el fondo de su palabrería y su exceso de charla latía algo terrible. ¡Mi marido había robado al suyo veintidós mil duros! La historia es sencillísima. Su esposo era procurador.

La cosa era sencillísima: bastaba con que la colonia madrileña residente en París se presentase en la embajada española, cogiera por un brazo al embajador y lo plantase en la calle, proclamando allí mismo por rey de España al príncipe Alfonso. ¡Ya contestarían al punto del otro lado de los Pirineos!... ¿Que chillaba el embajador?

En realidad, la operación fué sencillísima: se redujo a abrirle el pecho y colocar en el sitio correspondiente el corazón de la joven. Y aquí debo consignar una cosa extraordinaria. Apenas había yo comenzado la operación, cuando aparecieron sobre las sábanas dos o tres rosas rojas, que fueron multiplicándose, hasta cubrir casi todo el lecho.

Si una vez constituida la República se hubiera castigado sin misericordia al primero que intentó sublevarse contra los poderes constituídos, el convulsionismo, que aquí como en todas partes es tan fácil de intimidar como difícil de someter una vez que ha estallado, no habría tomado el incremento que hoy tiene, por la sencillísima razón de que todo el mundo, antes de lanzarse á peligrosas aventuras, lo pensaría mucho, por temor á las poco agradables consecuencias que sus diabluras podrían acarrearle.

Y ocurrió, que estando un día la princesa apoyada de codos en la baranda de ágata que dominaba aquel campo de colores vivos y movibles, vio una flor sencillísima, blanca y ligeramente sonrosada como mejilla pudorosa, que había brotado espontáneamente sin costar una gota de sudor ni un hilo de agua.

Esta sencillísima observación es la base del último estilo de Velázquez, que consiste en ver lo natural ajustándose a tono y conjunto, prescindiendo de pormenores y detalles; síntesis, a la cual llegó no sólo por virtud de sus facultades que eran poderosísimas, sino ayudado de un trabajo constante.

Pues bien, aquí mismo hay diferentes conceptos, uno mas uno, se los reune y de ellos se forma el concepto total. Aunque sencillísima, la relacion existe; y el que sea mas ó menos sencilla ó complicada y que por consiguiente sea vista con mas ó menos facilidad, no altera el carácter de los juicios convirtiéndolos de analíticos en sintéticos.

Mil veces había bromeado con él diciéndolo cosas mucho más fuertes, verdaderas insolencias sin que jamás se le hubiese ocurrido enfadarse. Y ahora, por una chanza sencillísima, montaba en cólera de aquel modo extraño. Procuró calmarle con algunas palabras de disculpa: pero Manolito no le escuchaba.

Y además de eso añadió la marquesa con ingenuidad sencillísima , tu pensamiento ha coincidido con el mío... ¡Claro está!, un hombre decente no podía pensar otra cosa; y por eso había yo previsto, para acallar tus escrúpulos, un remedio facilísimo. ¿Cuál? preguntó Jacobo algún tanto suspenso.