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Actualizado: 11 de julio de 2025


No hubo truenos, ni combates entre las nubes, ni el mar se desgarró. De improviso, una gran tinta cenicienta cerró el horizonte por todos lados; nos vimos envueltos en aquel fúnebre sudario, sin quedar por eso completamente á obscuras, y descubriendo un mar aplomado y blanquizco, aborrecible y desolador por su monotonía furiosa, sin entonar más que una nota.

Sobre las nubes grises ningún ave tendía las alas. Había una infinita melancolía de desierto en la mansedumbre apacible del atardecer. Se apagaba el día en una quietud, en una soledad como de tumba sin flores ni plegarias. El cielo, bajo, inmóvil, deslucido, daba la impresión indecisa de un alma sin anhelos, de un corazón sin latidos.

Es de advertir que como todos los días no tiene Su Majestad Imperial proporción de ver un vasallo suyo, porque andan para él los vasallos por las nubes, decidiose lo que era natural y estaba en el orden de las cosas; y fue, que así como un pueblo de vasallos suele solemnizar la entrada de un rey, así pareció justo que un pueblo de reyes solemnizase la entrada de un vasallo.

Formaron tambien otra creencia, que despues de la muerte han de volver otra vez á sus cuevas divinas, añadiendo que las estrellas son los indios antiguos, y que la via láctea es el campo donde van á cazar los avestruces, cuyas plumas son las dos nubes meridionales. Llevan la opinion de que la creacion aun no se ha acabado, ni que todo haya venido á la luz del dia en este mundo superior.

Glorioso emperador de la bohemia, del gesto amplio y magnífico como Hugo, ciego como Milton, altivo y suntuario como un dios, con la cabeza en las nubes y el corazón en la hoguera del amor y del dolor de la Humanidad. En Alejandro Sawa la capa bohemia era manto pluvial, capa pontifical, manto de púrpura, clámide y aureola. Alejandro fué la suprema consagración de la capa bohemia.

Eran a modo de una marea montante de huesos que subía y subía hasta alcanzar la cumbre de las más altas montañas y tocar las nubes. Jaime empezaba a ahogarse en esta inundación blanca, dura y crujiente. Gravitaban sobre su pecho con la pesadez de las cosas muertas... Iba a perecer.

Las nubes pardas, opacas, anchas como estepas, venían del Oeste, tropezaban con las crestas de Corfín, se desgarraban y deshechas en agua, caían sobre Vetusta, unas en diagonales vertiginosas, como latigazos furibundos, como castigo bíblico; otras cachazudas, tranquilas, en delgados hilos verticales.

Ella contestó: «, pero ese es un engaño: el cielo está cerradoYo repliqué: «Pronto se abriráPoco a poco se fue cubriendo todo el paisaje, todos los colores habían desaparecido, no se veían otros tonos que el del blanco y el del negro: las montañas negras, el agua plomiza, la espuma plateada; las nubes cenicientas, albas nubecillas, nubecillas pálidas, nubes de color de hierro.

Pasó un mes lento y sordo, a media luz, con las nubes a ras de la tierra, y llegó marzo alzando un poco la frente sobre las montañas gigantes que ensombrecían la vega. Cuando marzo llegó, el enfermo de la casona se estaba muriendo. El médico que le asistía solicitaba «una consulta» con acento augural, y doña Rebeca había llamado a Salvador pensando: éste no me cobra nada....

Las cortinas bien corridas sobre el ventanal de cristales, la chimenea ardiente esparciendo palpitaciones de púrpura como única luz de la habitación, el monótono canto del samovar hirviendo junto á las tazas de , todo el recogimiento de una vida aislada por el dulce egoísmo, no les permitió enterarse de que las tardes iban siendo más largas, de que afuera aún lucía á ratos el sol en el fondo de los pozos de nácar abiertos en las nubes, y que la primavera, una primavera tímida y pálida, empezaba á mostrar sus dedos verdes en los botones de las ramas, sufriendo las últimas mordeduras del invierno, negro jabalí que volvía sobre sus pasos.

Palabra del Dia

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