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Actualizado: 11 de julio de 2025


Y no obstante, aquellos días de verano sin nubes habían sido los primeros días dichosos de su juventud. ¿Cuántas veces, en aquella intimidad de la vida de familia, fue turbado el espíritu del conde por el recuerdo de la señora Chermidy? Nadie lo ha sabido y yo tampoco me aventuraré a decirlo.

Esclava Buenos Aires Gemía en desconsuelo, Cuando brilló en el cielo De libertad el sol, Y entre flotantes nubes El astro colocando, Dijo, su sien orlando: «¡Mirad mi pabellonLibertad, sube á tu trono De la gloria en el broquel, Agitando nobles palmas, Coronada de laurel.

El resplandor de la mañana aumentaba rápidamente; el horizonte se enrojecía; nubes sonrosadas comenzaron a aparecer en el cielo, y el disco del sol salió del fondo del mar. Por entre las zarzas y malezas de Frayburu, en donde yo estaba tendido, escaparon una porción de pajarracos y de gaviotas. Todo el mar iba iluminándose.

Yo las veía reunirse en bandadas por encima de , partiendo de los bosques, de los templos y de los pabellones imperiales; cada una llevaba, para librarse de los milanos, una cañita de bambú que el aire hacía silbar, y aquellas nubes blancas pasaban como impelidas por una brisa suave, dejando en silencio un lento y melancólico suspiro, una ondulación célica, que se perdía en los aires pálidos.

Si así fuese, nuestra inteligencia moriria al nacer; porque envuelta en el caos de sus propias cavilaciones en el momento de abrir los ojos á la luz, y cuando sus fuerzas son todavía tan escasas, no alcanzaria á disipar las nubes que se levantarian de todos lados, y acabarian por sumirla en una completa oscuridad.

Ya sabemos que Periquito amaba las obras sólidas de la Naturaleza. Para expresar los deseos que atormentaban su espíritu, valíase ingeniosamente de la forma de sueños. Otras veces, se veía sobre la cúspide de una altísima montaña. Las nubes se acercaban. La mujer era blanca como el campo de la nieve, mórbida y espléndida como la flor de la magnolia.

Ya cercano el día, iban los alborotadores camino del cielo, más contentos que unas Pascuas, dando brincos por esas nubes, y eran millones de millones, todos preciosos, puros, divinos, con alas blancas y cortas que batían más rápidamente que los más veloces pájaros de la tierra.

Allí se sirvió el almuerzo, encontrándonos envueltos en los frescos efluvios, pudiendo jurar á mis lectores, que pocos recuerdo como aquel. El Burdeos y el Champagne concluyeron de disipar las últimas nubes de emoción, sustituyéndolas por risueños horizontes de color de rosa.

Así el firmamento está á veces inundado con la luz del sol, mientras el astro cercado de nubes se oculta á nuestros ojos, sin que podamos ni aun determinar su posicion en el horizonte.

Estos manantiales se elevan en medio del río, formando caprichosos surtidores cuyas aguas en ebullición caen entre nubes de espeso humo en las ondas del río. Si bellas son las solfataras del río, bellísimos lo son sus vecinos manantiales incrustantes de Maglagbong.

Palabra del Dia

malignas

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