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La ceremonia fue muy triste: el padre Ambrosio nos dio la bendición, mi administrador general y mi mayordomo fueron nuestros testigos. Nadie más asistió. Después de esto, Amparo quedó sola conmigo. Yo estaba sobrecogido. No sabía hasta qué punto era grave el paso que acababa de dar. Y la gravedad de este paso no me asustaba por ; me asustaba por ella.

Se me habían hecho diversos ofrecimientos; no tenía más que elegir. Cuando Roberto vino a buscarme y, con una arruga de inquietud en la frente, me hizo esta pregunta: «¿Qué vas a hacer ahora, Olguitale expuse con una sonrisa tranquila mis proyectos para el porvenir. Sobrecogido de admiración juntó las manos y exclamó: ¡Verdaderamente, te envidio! ¡Harás camino, !

»Entonces sería usted doblemente injusto replicó éste fríamente. »Y diciendo estas palabras, tomó respetuosamente el bastón de la temblorosa mano del anciano, y lo arrojó por la ventana. »La cólera de tío había llegado a su colmo. Sobrecogido por aquella sangre fría, cayó sobre un sillón sin poder pronunciar una palabra; pero llamó a su mayordomo y le hizo seña de que se llevase a Carlos.

Soy toda en cuerpo y alma del que miró a esta huérfana sola y abandonada y tuvo la incomparable generosidad de querer hacerla su señora. La actitud firme de Sola, la energía y la lealtad que en su semblante se pintaban, como la expresión más propia y adecuada de su alma hermosísima, tenían al buen Cordero sobrecogido de admiración, de gratitud, de entusiasmo, de amor.

Mi tío lo tenía en tal estima, que no nos estaba permitido tocarlo, ni mirarlo siquiera. Pero un golpe del volante, torpemente dado por , hizo saltar en menudos pedazos aquella admirable obra, cuyos fragmentos cayeron a nuestros pies. »Un rayo no me hubiera sobrecogido de tal modo.

La voz del seminarista, entonando sin cesar sus groseras anacreónticas, resonaba formidablemente entre las peñas. Andrés callaba ya como un mudo. Se hallaba sobrecogido de respeto y emoción ante aquella vigorosa naturaleza, que no había visto más que en los paisajes al óleo o a la aguada. ¿Estamos muy lejos de Riofrío, amigo? No, señor; ya hemos entrado en el concejo de las Brañas.

Dormitaba él un poco, y después, asombrado del silencio y largo sopor de Lucía, levantábase, receloso de que la hubiese sobrecogido un síncope. Iba a ella, inclinándose, y otra vez tornaba a su rincón, habiendo percibido el ritmo acompasado del pacífico respirar de la niña. Difusa y pálida claridad comenzaba a tenderse sobre el paisaje.

Acompañan al terremoto ráfagas violentas que desploman muchos edificios, torres y alminares; envuelven la ciudad rápidas y densas nubes oscureciéndola de repente; los estampidos del trueno suenan tan terríficos y repetidos, que el pueblo congregado en la mezquita mayor se siente sobrecogido de invencible espanto.

Trató á muchos, y encontró entre ellos almas celestiales; y supo que entre aquellos mismos locos que querian poner guerra al Gran Lama, habia varones eminentes. Sospechó al cabo que podian ser lo mismo las costumbres de Persepolis que sus edificios, que unos le habian parecido dignos de lástima, y otros le habian sobrecogido en admiracion.

Quien le viese sentado en su escaño de madera ennegrecido por el tiempo y el humo, con un libro entre las piernas y el candil pendiente sobre su cabeza, no podría menos de sentirse sobrecogido de respeto.