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Llegado á la salida de los altos desfiladeros, en una zona de temperatura más suave, el ventisquero no puede continuar en estado cristalino: se convierte en agua y suelta su carga de piedras. Todas éstas se desploman, formando caos inmenso, como una barricada en el valle; y en la extremidad de muchos ventisqueros se ven verdaderas montañas de piedras mal sostenidas en sus escarpas.

Si se estudian las estadísticas de la vida moral de Paris se ve que las cifras desconsoladoras y terribles se aumentan cada año: los matrimonios deshechos, los suicidios, las nuevas casas de juego, las grandes fortunas que se desploman, las aterradoras miserias que aparecen, los procesos de los tribunales que se duplican, las casas de correccion que se llenan, en una palabra, los datos que cada año se publican referentes al estado moral de la sociedad de Paris, son bastantes para desalentar el ánimo y casi postrar la fe en el progreso.

Esa es el alma sacrosanta; que les hace invencibles en la guerra. Cuando, erguida en sus manos, se levanta, los más alzados ídolos aterra. Idolos fuertes que a los ciegos doman tiemblan ante la cruz y se desploman.

Oyese al mismo tiempo un murmullo sordo que sube de los campos inferiores á través de las nubes arremolinadas; es el ruido de la lluvia ó del granizo, el estrépito de los árboles que se rompen, de las rocas que se hienden, de los aludes de piedra que se desploman, de los torrentes que se hinchan y mugen, destruyendo los ribazos, pero todos esos estruendos diversos se confunden al subir hacia la serena montaña.

Hay ocasiones en que llueve á destajo durante dos ó tres dias consecutivos, cayendo perpendicularmente los chorros de agua sin ser desviados por el menor soplo de viento: otras veces, nubarrones colosales se cruzan en tumulto por las bóvedas etéreas, y cuando llegan á entreabrirse, torrentes de lluvia se desploman con tal ímpetu y abundancia por el espacio de algunas horas, que la tierra se ve cubierta, hasta la altura de un pié, de aguas que se derraman luego muy lentamente.

Acompañan al terremoto ráfagas violentas que desploman muchos edificios, torres y alminares; envuelven la ciudad rápidas y densas nubes oscureciéndola de repente; los estampidos del trueno suenan tan terríficos y repetidos, que el pueblo congregado en la mezquita mayor se siente sobrecogido de invencible espanto.