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Con respecto á la moral pública, los tribunales de Lóndres se han ocupado en 1856 de un inmenso número de procesos que traducen una corrupcion general de costumbres.

Lo que ya sabía de la índole del Príncipe Alejo Petrovich estaba confirmado y documentado por los informes extensos y minuciosos de ambas procedencias, llenos de declaraciones tomadas en anteriores procesos políticos. Pero también supo cosas que no sospechaba.

El francés se daría la mano con el turco, Flandes se entendería con Albión, para el caso; y todos, a un tiempo, se lanzarían sobre ella, desjarretándola por la espalda traidoramente, por medio de un levantamiento general de los numerosos moriscos de Aragón y Andalucía, que no esperaban otra cosa que una señal extranjera. El canónigo encontraba que el Santo Oficio alargaba por demás los procesos.

Sus dignos camaradas de generalato le siguen no cuántos procesos de carácter político; pero lo peor es que, recientemente, han empezado a acusarle por el asesinato del ingeniero. Nadie cree ya en el accidente del automóvil. Parece que fueron muchos los que presenciaron lo ocurrido desde sus ventanas prudentemente entornadas.

¿Creen ustedes, pues, en un error judicial? dijo observando con cuidado á sus amigos. Creemos en ese error. La familia no ha cesado jamás de creer en él y el condenado ha protestado siempre su inocencia. Siempre ó casi siempre sucede lo mismo. Nos pasaríamos la vida revisando procesos si hiciéramos caso de las reclamaciones de los parientes y de las protestas de los interesados.

Esta conspiracion fué patente para los inquisidores, los cuales al punto comenzaron á meter en prision á cuantos eran cómplices en ella, i aun á los que no eran cómplices. I en tanto que formaban ellos sus procesos, la naturaleza entera parecia estremecerse al mirar establecido un tribunal tan bárbaro i tan enemigo del linaje humano.

HERRERA, Decada 7, lib. 4, cap. 13, fol. 79, y los autos de la posesion se los quitaron los oficiales reales con los procesos hechos contra ellos, cuando le prendieron. CABEZA DE VACA, cap. 74, fol. 59. Pasa revista Alvar Nuñez: envia bajeles por el rio arriba á los indios Chaneses y Cambales, á cuyo cacique ahorcaron.

Allí estaba por su voluntad y allí se quedaba... Por fin, las autoridades habían exhumado uno de los muchos procesos que tenía pendientes por sus propagandas de rebelde social, y un juez le llamó a Madrid, emprendiendo don Fernando el viaje a viva fuerza, acompañado de la guardia civil, como si su destino fuese viajar siempre entre una pareja de fusiles.

Más de cuarenta procesos estaban en suspenso, esperando que tuviera la bondad de dejarse coger. ¡Pero bueno era él! Saltaba como una cabra, conocía todos los rincones de la sierra, partía de un balazo una moneda en el aire, y la Guardia civil, cansada de correrías infructuosas, acabó por no verle. Ladrón... eso nunca.

El juez Ferpierre, no, obstante los nuevos procesos y los nuevos misterios sometidos a su averiguación, fue entre todos el que más conservó el recuerdo: demasiado graves habían sido sus preocupaciones, demasiado penoso su despecho de no haber sabido ver claro en aquel enredo.