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Tuve hasta la niñería de elegir el paraje de antemano, y allí os habría recitado un pequeño discurso, muy preparado, muy estudiado, casi aprendido de memoria, pues desde vuestra partida no pienso más que en este discurso, y me lo recito a misma desde la mañana hasta la noche. Esto era lo que me proponía hacer, y comprendéis que vuestra carta... desconcertó mi plan.

Cuente V., pues, conmigo para elegir diputado a D. Jaime Pimentel, y créame su afectísimo amigo». Tal era la carta de D. Juan Fresco que tanto alegró el corazón de D. Acisclo. Lo esencial era que D. Juan apoyase su empresa, fuese por lo que fuese.

Cuando supo que era concejal, quedó asombrada por lo joven que había llegado a ese puesto. ¡Ya ven ustedes que tontería! Por lo visto, en otros países se acostumbra a elegir sólo a los viejos. De cerca era aún mejor que de lejos. Un cutis que parece raso; una dentadura preciosa; luego una arrogante figura; el pecho levantado y ¡unos brazos!..."

Tanto miedo tenía a una imprudencia de su amigo. Cuando estuvo a solas con él, le dijo: De lo que buscabas en el espejo, va quedando ya muy poco, y me alegro. Te equivocas también en eso: queda todo lo que cabe entre lo divino y lo humano, entre el cielo y la tierra. ¡Qué criatura, Nica! Dios debe de habértela dado, o para tu gloria, o para tu castigo. Cuida de elegir a tiempo y lo mejor.

Uno de esos principios rígidos, y no un sentimiento mezquino de egoísmo, había sido el motivo de la resistencia obstinada que Nancy había opuesto al deseo de su marido. Recurrir a la adopción, porque les había sido negado el tener hijos, era tratar de elegir su suerte a pesar de la Providencia. La criatura adoptada, estaba convencida, nunca acabaría bien.

Siempre me dijo que no consentiría de buena gana en otorgar mi mano a un desocupado. Conociendo su amor al trabajo, educada también en la admiración del esfuerzo individual, me había yo prometido conformarme a su deseo, al elegir un marido. Pero he aquí, que una casualidad... feliz... lo ha conducido a usted hacia , y que yo no puedo cumplir mi promesa.

Luego que vieron los rosales y que el conde le hizo elegir algunos para mandárselos al día siguiente, tornaron por senderos distintos hacia la puerta de entrada. ¿Usted está seguro de que yo he venido únicamente a ver estos rosales? dijo Amalia parándose súbito y mirándole con fijeza.

He tenido que resignarme a elegir, aceptar los únicos placeres de que este mundo dispone...; después de haber soñado con amores extraordinarios, he tenido que contentarme con un vulgar..., pero, no hay otros, porque hay que responder a nuestro destino, y el destino de una mujer es amar y ser amada... ¡Esto es todo, querida! ¿Qué quieres?

Así en lo serio como en lo jocoso, tiene el libro escenas de extraordinaria belleza, cuadros insuperables de costumbres. Si yo hubiera de elegir entre los capítulos del libro, me fijaría sin duda en La hoguera de San Juan. La luz de esa hoguera es luz de Rembrandt.

Irene, á la cual conceden los jueces del campo el derecho de elegir para su defensa á uno de los tres caballeros, se decide por Laura, por conceptuarla el más débil de los tres, creyendo que el acusador es su propio esposo, y con la esperanza de exponer á menor peligro al Rey, á quien ama cual cumple á una esposa fiel y enamorada.