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Y , me parece que estás algo ido, porque cuidado que has dicho disparates. Cállate la boca, estúpido... dijo Nicolás, sulfurándose. ¿Sabes lo que te digo? gritó Juan Pablo, alzando arrogante la voz , que a no se me manda callar, ¿estamos? He tenido el honor de decirle cuatro frescas al obispo de Persépolis, y quien no teme a las sotanas moradas, ¿qué miedo ha de tener a las negras?...

Trató á muchos, y encontró entre ellos almas celestiales; y supo que entre aquellos mismos locos que querian poner guerra al Gran Lama, habia varones eminentes. Sospechó al cabo que podian ser lo mismo las costumbres de Persepolis que sus edificios, que unos le habian parecido dignos de lástima, y otros le habian sobrecogido en admiracion.

Yo resido á doscientas leguas de distancia de Persepolis; me dicen que se ha declarado la guerra, y al punto dexo mi familia, y, como es costumbre, voy á buscar fortuna ó la muerte, porque no tengo otra cosa que hacer. ¿Y vuestros camaradas, dixo Babuco, no estan tampoco mas instruidos que vos?

Con el dote que tenia de grangearse la confianza, supo aquel dia mismo los secretos de la dama, la qual le fió su cariño al mago mozo, asegurándole que en todas las casas de Persepolis encontraria lo mismo que en la suya habia visto.

Baxó una mañana á la mansion del Escita Babuco, á orillas del Oxô, y le dixo así: Babuco, los Persas han incurrido en nuestro enojo por sus excesos y sus desvaríos, y ayer se celebró una junta de genios de la alta Asia para decidir si habian de castigar ó destruir á Persepolis.

Formaban tan hermoso espectáculo las ciudadanas mas hermosas de Persepolis, y los principales sátrapas colocados en órden, que al principio creyó Babuco que se reducia á esto la fiesta. En breve se dexáron ver en el vestíbulo de este palacio dos ó tres personas que parecian reyes y reynas; su idioma era muy distinto del que estilaba el vulgo, y tenia ritmo, harmonía y sublimidad.

Estuvo el ciervo en el convento de S. Gerónimo de la Sierra hasta hace pocos años. Ahora se halla en el Museo provincial. Es de alto poco mas de un pié: el carácter de su forma es puramente ornamental, segun la tradicion del arte antiguo, como el de los colosales mitos de Nínive, como el de los toros, leones y monstruos fantásticos de Persépolis, como el de los famosos leones de la Alhambra.

Anduvo por mil y mil calles de Persepolis; vió otros templos mas bien adornados, adonde concurria gente mas culta, y donde se oía una harmónica música; reparó en fuentes públicas, que aunque defectuosas hacian maravilloso efecto; vió frescas y amenas calles de árboles, jardines donde se respiraban los mas exquisitos olores, y se vían reunidas plantas de los mas remotos pueblos.

Babuco dixo: Este buen hombre ha hecho quanto ha podido por fastidiar á doscientos ó trescientos conciudadanos suyos; pero su intencion era buena, y esto no es motivo para destruir á Persepolis. Lleváronle, al salir de esta asamblea, á que viera una fiesta pública que se celebraba todos los dias del año en una especie de basílica, en cuya parte interior se vía un palacio.

Celebróse la paz en escritos públicos que anunciaban el reyno de la virtud y de la felicidad en la tierra. Loado sea Dios, dixo Babuco; Persepolis va á ser la mansion de la mas acendrada inocencia, y no será destruida, como querian aquellos malditos genios: vamos sin mas tardanza á ver esta capital del Asia.