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Algunas otras parejas amarteladas había diseminadas por los rincones oscuros del recinto. Pero la gran mayoría departía bromeando unas veces y otras cantaba. Regalado, espíritu sarcástico, llevaba la voz en todas las bromas. Resuelto estoy de una vez decía desde su silla con voz compungida á arrepentirme del cariño que hasta ahora sentí por una rapaza de esta parroquia.

¿Quién va? dijo con un acento breve, descuidado y ligeramente sarcástico; esto es: con un acento que parecía estar acostumbrado de tal modo á expresar el sarcasmo, que le dejaba notar hasta en la frase más indiferente. ¡Ah! ¡Dios mío! ¿si será? ¡pero no! ¡no puede ser! ¡si estaba preso! ¿Quién va? añadió con interés la condesa.

La saeta debía de ir envenenada, porque observé que Villa se inmutó un poco. Las palabras de Joaquinita fueron pronunciadas en un tonillo sarcástico que ocultaba gran irritación. Vaya, ya tenemos a la castañera picada. La dejo, no sea que me muerda. Después que se alejó, la plática recayó sobre él. Joaquinita, dominándose sincera o disimuladamente, me hizo grandes elogios de su carácter y corazón.

El curador que en el testamento le dejaba era su tío Bernardo, elección que le mortificó un poco, porque jamás había logrado simpatizar con él. El temperamento inquieto y el espíritu sarcástico del sobrino se compadecían muy mal con la gravedad y el sosiego y el perfecto equilibrio intelectual y moral del tío.

¿Qué decía usted tía Rosenda? respondió aquélla volviéndose con la presteza que la caracterizaba. Digo que es gusto ver cómo las zagalillas que se parecen se juntan y se quieren. ¿Y en qué nos parecemos, tía Rosenda? preguntó Flora con tonillo sarcástico. ¡Anda! Si no os parecéis en la cara, os parecéis en la historia.

Consentir que te hablase de otro modo que como una hermana, era hacer traición a tu hermana y hacerte a ti muy poco favor. Pues ya está replicó la niña en tono desdeñoso. Pues no estará replicó doña Paula con enojo y levantándose. ¿Qué te has propuesto, vamos, di?... Mejor dicho, ¿qué os habéis propuesto? Debes suponerlo. Casaros, ¿verdad? preguntó en tono sarcástico.

La sorpresa, el acento sarcástico y amenazador del clérigo, y la vista del bulto de don Segis, que permanecía a algunos pasos, inmóvil, como fuerza de reserva, infundieron tal pavor en Sinforoso, que en algún tiempo no pudo articular palabra. Sólo cuando el teniente avanzó hacia él un paso, logró decir: Tranquilícese usted, don Benigno. Yo no le he nombrado a usted.

Ha tenido bastante purgatorio en la tierra para no necesitar pasarlo de nuevo en el otro mundo dijo el cura en tono un poquito sarcástico. Dichosas solteronas suspiró la abuela. respondí sintiendo cierto alivio... Dichosa la que sufre sin haber hecho nunca sufrir...

Velázquez nunca ha tenido celos de ti se apresuró á decir la joven con increíble aturdimiento. Uceda, en la oscuridad, se puso encarnado hasta las orejas. Es decir, no tiene celos de ti, como no los tiene de nadie... Porque él es así... ¿sabes? añadió después de hacerse cargo de su indiscreción. ¡Es natural!... Está muy por encina de todos los demás manifestó el joven con acento sarcástico.

Cuando al descender de mi carruaje me disponía a estrechar su mano, noté en su expresiva fisonomía una palidez y una consternación que me dejaron suspenso por unos instantes; sus ojos, siempre alegres y que parecían iluminados por dos chispas salidas de su espíritu un tanto sarcástico, aparecían por vez primera velados por una nube de tristeza.