United States or Mongolia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Mozos pálidos y sudorosos, como si fuesen a morir, avanzaban hasta el «paso», con el sombrero perdido, el chaleco desabrochado, apoyados blandamente en los hombros de los camaradas, y entonaban una «saeta» con voz de agonizante. A la entrada de la calle, en las aceras de La Campana, quedaban tendidos de bruces varios «macarenos», como si fuesen los muertos de esta gloriosa expedición.

28 Saeta no le hace huir; las piedras de honda se le tornan aristas. 29 Tiene toda arma por hojarascas, y del blandir de la pica se burla. 31 Hace hervir como una olla el mar profundo, y lo vuelve como una olla de ungüento. 32 En pos de hace resplandecer la senda, que parece que el mar es cano. 33 No hay sobre la tierra su semejante, hecho para nada temer.

Me volví pronto al gabinete, muy mal impresionado, y hallé en el relativo calor de la alcoba un momentáneo remedio al frío glacial que en la solana había penetrado como una saeta en mi cuerpo y en mi espíritu.

Suele, tal vez ser tan ligera, como Va por el aire el aguila, ó saeta, Y tal vez anda con los pies de plomo. Pero para la carga de un poeta, Siempre ligera, qualquier bestia puede Llevarla, pues carece de maleta. Que es caso ya infalible, que aunque herede Riquezas un poeta, en poder suyo No aumentarlas, perderlas le sucede.

Por ella dejé la casa de mi padre, y por ella me puse en este traje, para seguirla dondequiera que fuese, como la saeta al blanco, o como el marinero al norte. Ella no sabe de mis deseos más de lo que ha podido entender de algunas veces que desde lejos ha visto llorar mis ojos.

Conforme va pasando cada procesión, que suele permanecer tres o cuatro horas en la calle, se ejecutan pasillos, que casi siempre explica un nazareno cantando una saeta. Para prevenir y llamar la atención del público hacia cada pasillo, otros dos o tres nazarenos hacen sonar las trompetas con melancólico y prolongado acento.

Lo que por Miguel de Cervantes pasaba, pasado había al verle, o dígase mejor, al entreverle, y en un punto, por doña Guiomar; si la ponzoñosa saeta del amor había herido el corazón de Cervantes, traspasado había el de doña Guiomar; si él había sentido las bascas de una dulce muerte, no menos poderosas sentíalas ella, y si él ansiaba llegar a la resolución de aquellas sus dolorosas dudas, no menos lo ansiaba ella.

4 para asaetear a escondidas al perfecto; de improviso lo asaetean, y no temen. 7 Mas Dios los herirá con saeta; de repente serán sus plagas. 9 Y temerán todos los hombres, y anunciarán la obra de Dios, y entenderán su obra. 10 El justo se alegrará en el SE

Oyó el indio con disgusto estas palabras, y flechando su arco, le asestó al pecho con una saeta. Entonces el generoso Padre, desabrochando la sotana y jubón, le dijo: Apunta aquí para que no yerres el golpe, y quítame esta vida que tanto deseo sacrificar á Dios por amor tuyo.

En seguidita va a salir... ¡Mire usted qué mono! añadió dirigiendo los ojos al otro extremo del patio, donde conversaban, al lado del piano, el cura y su discípula. Allí está don Alejandro hecho un caramelo con Elena. ¡De todos los gorros, los que más me sublevan son éstos de iglesia! Voy allá ahora mismo. Y partió como una saeta hacia ellos.