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Díjome que acaso, pasando por una calle de la ciudad a la hora de medio día, una señora muy hermosa le llamó desde una ventana, los ojos llenos de lágrimas, y que con mucha priesa le dijo: ''Hermano: si sois cristiano, como parecéis, por amor de Dios os ruego que encaminéis luego luego esta carta al lugar y a la persona que dice el sobrescrito, que todo es bien conocido, y en ello haréis un gran servicio a nuestro Señor; y, para que no os falte comodidad de poderlo hacer, tomad lo que va en este pañuelo''. ''Y, diciendo esto, me arrojó por la ventana un pañuelo, donde venían atados cien reales y esta sortija de oro que aquí traigo, con esa carta que os he dado.

Cobo Ramírez, acercándose al grupo, les gritó: ¿Sabéis lo que pareceis, chicos? Viajantes de comercio en el soto de Migascalientes. Este parecido debió de llegarles a lo más vivo del alma. El baile perdió su encanto para aquellos jóvenes ilustres, y no tardó en extinguirse.

Os pregunto que de dónde sois, porque me parecéis un tanto cortesano: me estáis enamorando á la ventura sin soltar prenda. Pues os engañáis, señora; no soy cortesano sino desde esta tarde. ¡Cómo! ¿no habéis venido hasta ahora á la corte? No; y sin embargo, aunque no llega á una hora el tiempo que hace que estoy en ella, me han sucedido tales aventuras... ¿Aventuras y en una hora?

Viendo desde una ventana el dueño del castillo, que se llamaba Arbogad, los portentos de valor que hacia Zadig, le cobró estimacion. Baxó por tanto, y vino en persona á contener á los sujos, y librar á los dos caminantes. Quanto por mis tierras pasa es mio, dixo, no ménos que lo que en tierras agenas encuentro; pero me pareceis tan valeroso, que os exîmo de la comun ley.

El señor de Monthélin no ganó gran cosa, y la excesiva frialdad de Juana, después de la partida de Jacobo, le hizo ver que había cometido una imprudencia, y para repararla, se apresuró como es casi seguro, a cometer otra. ¿Parecéis disgustada conmigo dijo sonriendo , porque no he cedido el lugar al señor de Lerne?

Todas estas buenas gentes me conocen desde mi infancia, y me agradecen los servicios que mi padre y mi abuelo les prestaron. Además, soy de su raza, de la raza de los paisanos. Mi bisabuelo era agricultor en Bargecout, una aldea a dos leguas de aquí. ¡Oh, oh! ¡parecéis estar orgulloso de ello! Ni orgulloso ni humillado. Dispensad, pero habéis tenido un pequeño movimiento de orgullo.

No puedo, doncel; la edad ha nublado mis ojos y aunque que hay una piedra en el vado, no acierto á verla. Pues por eso no ha de quedar, dijo Roger; y tomando en brazos á la enjuta viejecilla la trasladó prontamente á la otra margen. Muy débil y anciana parecéis para viajar sola, continuó cuando la vió vacilar y caer de rodillas. ¿Venís de muy lejos?

¡Jesús, Arias, oléis a carbón de piedra! Rafael, mira que cuando hablas, tienes dejo. Arias, se os ha pegado el desgavilo. Arias, te vas volviendo rubio. Rafael, cántale al barón: Cuando el rey de Francia toca el violín, dicen los franceses , , , , . Arias dijo Polo , parecéis un oso en medio de un enjambre de abejas.

, hace buen tiempo... Buenos días murmuró Mathys sin mirar a la campesina. Dicho esto, acortó el paso como si quisiera quedarse más atrás. Perdone, señor intendente, que me atreva a hacerle una pregunta: mi respeto, mi afecto por usted son mi disculpa. Parecéis estar enfermo, pero confío que no será nada. No estoy enfermo respondió Mathys refunfuñando.

No hay para qué repetirme que me amáis, dijo doña Guiomar, sino es que creéis que soy desmemoriada; que ya me lo habéis dicho, y yo, escuchándooslo y continuando en oíros, os he dicho claramente que os amo; que si no os amara, la primera palabra de vuestro amor hubiera sido la última; y eso de enjugarme las lágrimas con vuestros labios callarlo debisteis, que hay tales cosas que cuando no se pueden hacer no deben decirse; y pase esto por alto, que a galantería sin intención quiero achacarlo, y no a otra cosa; y sin más de esto, y esperando que a mi lado seáis tal y tan hidalgo como me lo parecéis, con la relación de mi historia continúo, que ya que me amáis, según decís, quiero que sepáis quién es la desventurada mujer que ha alcanzado no si la desdicha o la fortuna de enamoraros.