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¿Por qué motivo? preguntó con naturalidad y modestia. Porque adivino perfectamente lo que está pensando. Usted teme que llegue la noche, como los niños... Empieza usted a estar violento con una mujer que todavía no es vieja, y se arrepiente ya de haber cedido a acompañarme... No anda usted muy distante de la verdad replicó el sacerdote con firmeza.

Hoy he subido a los altos del castillo con el objeto de hacer una visita a una anciana soltera de ochenta años, que vive gracias a una corta pensión que le han dejado y a haberle cedido, sin pagar retribución alguna, una pequeña habitación bajo el tejado del edificio. Vive en compañía únicamente de una gallina dócil como un perro. Esta viejecita se llama la señorita Felicidad.

Después de haberse negado á recibir al joven, Clementina había reflexionado y el resultado de sus reflexiones fué la certeza humillante de que había cometido una torpeza. De este modo Roussel y su enemiga estaban en la misma situación moral por haber cedido uno y otro á sus primeros impulsos.

Esta opinión, que entonces me pareció un desacato a la honra nacional, más tarde me pareció muy bien fundada. Doña Francisca tenía razón. Gravina no debió haber cedido a la exigencia de Villeneuve. Y digo esto, menoscabando quizás la aureola que el pueblo puso en las sienes del jefe de la escuadra española en aquella memorable ocasión.

Empezando con una organización política, social y militar que superaba en mucho a las ventajas de la situación geográfica de la Grecia, y beneficiados con sus progresos intelectuales, los romanos la subyugaron porque les había cedido su superioridad sin adquirir la de ellos, y adueñada de las más altas conquistas del entendimiento humano, Roma conquista en seguida todos los países circundantes, y se queda señora del mundo antiguo, colindando con la plena barbarie en todos los rumbos.

Confieso qne en nuestras historias he visto exemplos de haber pagado un yerro con su caudal, cedido su dama, ó antepuesto su madre al objeto de su amor; pero nunca he leido que un palaciego haya dicho bien de un ministro caido con quien estaba enojado su soberano. A cada uno de aquellos cuyas acciones se han recitado le doy veinte mil monedas de oro; pero la copa se la doy á Zadig.

De pronto, los dos instrumentos enmudecieron... pasó un minuto, y el mismo silencio; pasaron dos, tres minutos... ¿Se habrá ido ya? pensó misia Gregoria, ya no suena esa vocecita de flautín, que me arañaba el oído. Bernardino tampoco resuella. ¿A que ha cedido el muy mandria? ¡Y yo que me estoy aquí hecha una papanatas!

En vano mi imaginacion fecunda ha creado abismos en los cuales ha querido arrojarse mi alma; he sido rechazado, como si fuese por una ola enemiga, en los abismos terribles de mis pensamientos. He buscado el olvido en medio del mundo, lo he buscado por todas partes y nunca le he hallado; mis secretos magicos, mis largos estudios en un arte sobrenatural, todo ha cedido a mi desesperacion.

Pero ¡quiá! esta mujer ha cedido porque se ha enamorado de . Además, ha llegado a mis manos... como nieve recién caída..., intacta. Lo dicho: acabar de una vez, pero portándome como quien soy. La cosa sale cara: ¡bah! cada uno lo gasta como le da la gana. No tengo potros de carrera, ni bebo, ni compro antiguallas, ni juego. Mujeres, eso . Bueno, ¿y qué? ¿en qué mejor?

Para esto era forzoso prestar asentimiento a los deseos de aquél, ir a misa, someterse a prácticas devotas y ceder a su voluntad, como antes había cedido y se había plegado a la carencia de espíritu religioso que siempre demostraron el marido y el hijo menor. Doblegóse, pues, deseosa de evitar contrariedades, y su primer acto de sumisión fue ir a misa el domingo siguiente.