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Sería yo una de las mujeres más dichosas si no hubiese perdido aquellas dos joyas de mi maternal corona: ¡ah! ¡qué gran vacío encuentro sin su compañía cuando al caer de la tarde paseo por mi jardín! ¡mis ojos y mis sentidos todos las buscan inútilmente por todas partes!

Pero si se siente mal de esas aprensiones dichosas no me pormenores, bastan generalidades...». Ana escribía: «...Buenas noticias. Nada más que buenas noticias.

Esta pobre gente me dijo Amaranta no sabe lo que trae entre manos. Mírales cómo están desconcertados y aturdidos sin saber qué hacer. Se ha marchado el venerable obispo de Orense dijo doña Flora . Por ahí se susurra que no le hacen maldita gracia las dichosas Cortes. Por lo que oigo, están eligiendo quien las presida dije . Hay aquí un traer y llevar de papeletas que es señal de votación.

La mesa estaba lista, y la tía aguardándome. Andrés, a quien diariamente mandaban desayuno y comida a su «changarro» del Barrio Alto, solía almorzar con nosotros. Me place recordar aquellos desayunos. ¡Qué de veces, en el comedor de fastuoso banquero, he pensado, con triste alegría, en aquellas horas dichosas! Tía Pepa en un extremo; yo a su derecha, y enfrente de Angelina.

El pecado de Satacrátu vino a recaer entonces y a diluirse en todas las criaturas, y recobrando él sus bríos, las hizo dichosas, venció al tirano Nahucha y volvió a reinar en los tres mundos. ¡Oh, Agni, haz que Urbási sea para Morsamor tan regeneradora y purificante como Dara Satacrátu fue Satchi!

Hasta pensó novedad extraña entrar por primera vez en la taberna para beber un vaso de vino cara á cara con sus enemigos; pero las dos libras de multa las llevaba en el corazón, y se arrepintió de su generosidad. ¡Dichosas dos libras!

Ha tenido bastante purgatorio en la tierra para no necesitar pasarlo de nuevo en el otro mundo dijo el cura en tono un poquito sarcástico. Dichosas solteronas suspiró la abuela. respondí sintiendo cierto alivio... Dichosa la que sufre sin haber hecho nunca sufrir...

¡Viva España, Fernando VII y la Virgen de la Fuensanta! Ya nadie pensaba en tener miedo; muy lejos de esto, todos los de mi fila rabiábamos por no estar en las de vanguardia, en aquellas filas dichosas que acometían a sablazos a los franceses de a pie, ya pronunciados en completa dispersión.

Salga en carroza ufano, por la ciudad haciendo cortesías, muy á lo soberano; que yo sin estas necias fantasías, de espigas coronado, desde mi carro lisonjeo el prado. Esta quietud adoro: esta vida pacífica poséo: no la riqueza lloro: la ambicion ni la quiero ni deseo; que en las soledades son las siempre dichosas majestades.

Las dichosas estacas tenían más enamorados que muchacha bonita y ya se sabe que para hombres que se apasionan del bien ajeno, sea hija de Eva o cosa que valga la pena, no hay obstáculo exento de atropello. Una mañana levantóse don Antonio con el alba. No había podido cerrar los párpados en toda la santa noche. Tenía la corazonada, el presentimiento de una gran desgracia.