United States or Bosnia and Herzegovina ? Vote for the TOP Country of the Week !


Gracias a esta oportunísima compensación no pasé la vergüenza de suspender la lectura antes de la hora y media, mínimum, como ya he dicho, de estas solemnidades. Las señoras volvieron a agitar los pañuelos con entusiasmo. Observé, sin embargo, que Joaquinita Anguita se estaba queda, lo cual me pareció una ruin venganza y me irritó más de lo que el asunto merecía.

Necesitábase un capital respetable para realizarlo, atento a las comodidades y boato con que Joaquinita pretendía viajar. Pidió a préstamo sobre algunas de sus fincas 30.000 duros y salieron de Madrid. En Hendaya vieron en la fonda del ferrocarril tomando chocolate a Federico Torres, un sietemesino madrileño hijo de un ministro del Tribunal de Cuentas.

Márchese usted me dijo Joaquinita, dirigiéndome una mirada impregnada de simpatía. Márchese usted, para que no digan. En cuanto estemos separados un ratito, ya podemos juntarnos otra vez y disfrutar otro cuarto de hora de seguridad. Hasta luego. Aparteme de ella y di una vuelta por el patio, observando la algazara que reinaba.

Si no fuese porque es un poco ridículo, diría que seguía requebrándome. Declaro que me iba aburriendo y que me distraía de un modo lamentable. Muchas veces mis respuestas eran incongruentes. Bostezaba escandalosamente, y llegué en ocasiones a dar cabezadas de sueño. Pero Joaquinita ni se enojaba ni cedía.

Pero el malagueño vino a muy risueño y se sentó también al lado de la de Anguita, y le dijo con una rudeza que todos se autorizaban con aquellas jóvenes, y él, por su carácter, con más razón: ¿Para qué me perzigue usted a este gachó, si ya está amartelaíto perdío por otra niña zevillana? ¿De veras está usted enamorado, Sanjurjo? me preguntó Joaquinita, visiblemente contrariada.

Las dos hermanas guardaban bastante semejanza; los mismos ojos de un azul claro, nada bellos, el mismo color de tez y los mismos cabellos rubios cenicientos. Ramoncita, no obstante, estaba muy ajada y representaba bien unos treinta años, mientras Pepita no pasaría de veinte. Venga usted acá me dijo ésta. Voy a presentarle a mi otra hermana... ¡Joaquinita!... ¡Joaquinita! comenzó a llamar.

Callé, porque no quise hacer injuria a las mujeres de mi país; pero no me pareció descaminada del todo aquella idea. Isabel consiguió que Gloria fuese alguna vez a la tertulia de las de Anguita, hacia las cuales seguía mostrando antipatía. Imagino que vino en ello por el gusto de demostrar su triunfo a Joaquinita, pues aún no se le habían desvanecido los celos por completo.

Sanjurjo me gritó Joaquinita, con el sano propósito de desconcertarme , muy melancólico anda usted hoy. Me volví y respondí, sonriendo: Hay motivos. Cuéntemelos usted. Nunca. Y seguí adelante, muy contento de haber enviado a Gloria, delicadamente, un testimonio de mi amor. No tardamos en llegar al monasterio.

Erguime y aspiré con ansia el aire, dando un largo suspiro, que hizo sonreír a la señora de Enríquez y puso seria a Joaquinita. No tardó en venir otra mirada igual, que me hizo el mismo bien. La mano invisible que me apretaba cruelmente la garganta aflojaba los dedos. Luego vino otra, y pude sacar el pañuelo y limpiarme el sudor. Luego otra, y tuve ya fuerzas para sonreír.

No tardó en saberse que Joaquinita se había escapado con Federico Torres, y que viajaban alegremente por Europa con el dinero del hidalgo.