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Si nos sumimos en el mar á cierta profundidad, no tardamos en vernos privados de luz: se penetra en un crepúsculo do sólo persiste un color, el rojo siniestro; y aun al poco rato este color desaparece y sobreviene la negra noche. ¡Qué obscuridad tan absoluta, exceptuando tal vez algunos accidentes de horrorosa fosforescencia!

No me satisfizo la respuesta, pero no insistí con nuevas preguntas. Más de una hora tardamos en atravesar el Puerto, que mide, por aquella línea, cerca de dos leguas. Al fin de esta jornada fastidiosa, nueva sorpresa para , nuevo espectáculo, nuevas ideas y nuevas impresiones.

Era cosa de ver la cara de mi amigo al oír lo del memorialito: representábasele en la imaginación el informe, y el empeño, y los seis meses, y... contentose con decir: soy extranjero. ¡Buena recomendación entre los amables compatriotas míos! Aturdíase mi amigo cada vez más, y cada vez nos comprendía menos. Días y días tardamos en ver las pocas rarezas que tenemos guardadas.

El capitán renegaba; se trataba de un viaje larguísimo y sin resultado pecuniario alguno. Tardamos cuatro meses en llegar al estrecho de la Sonda. Lo atravesamos, y llegamos a Batavia. Entonces, no si ahora pasará lo mismo, la gente se moría en aquellos parajes como chinches. Nosotros tuvimos en la tripulación varias defunciones por fiebres.

Verdad es que eran una pareja original y simpática, y no tardamos en ser buenos amigos.

Apoderóse de nosotros una dulce melancolía, y no tardamos en dejar por veredas ocultas y solitarias los caminos deliciosos en que se confunden con el murmullo de las aguas los suspiros del viento entre los árboles.

Llegan á los Xarayes, y son recibidos y tratados con gran agasajo. Desde estos indios pasamos á los Xarayes: tardamos nueve dias, aunque solo distan 36 leguas de los Acarés.

La tarde era ideal, tan pura y diáfana como las del mes de agosto, y menos calurosa, por cuanto ya habíamos entrado en el mes de septiembre. Seguimos el paseo de las Delicias, a la orilla del río. Había bastante gente a pie y en carruaje. El conde era muy saludado. No tardamos en salir del paseo y entrar en la carretera que conduce a Tablada, donde los toros se hallaban.

Saqué la cabeza por la portezuela: descendíamos entre dos pendientes elevadas, una cuesta enteramente empinada, concepción de un ingeniero demasiado partidario de la línea recta, y medio deslizándonos, medio rodando, no tardamos en llegar á un estrecho valle de aspecto siniestro, en cuyo fondo un miserable arroyo corría penosamente y sin ruido, entre espesos cañaverales; sobre sus orillas derrumbadas se veían algunos troncos cubiertos de musgo.

Pero se aseguró en seguida viendo el perfecto sosiego con que hacía todos los preparativos. Empaquetó alguna ropa en una maleta, se puso los zapatos, la sotana y el sombrero y dijo sonriendo: Ya estoy. Los curas no tardamos mucho en arreglarnos, ¿verdad?... A Josefa no le diré nada para evitar una escena triste, ¿no le parece a usted? Le escribiré desde la cárcel, pidiéndole la ropa.