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Los amigos del orador trataron una vez más de imponerle silencio con sus risotadas. ¡Maugirón, nos estás aburriendo! ¡Una cena de multa, Maugirón! ¡Se escurre como un macarrón, este tipo! ¡Qué cursi es eso! ¡Pues no se ocupa de la magistratura!... ¡Oye! Pide una plaza de fiscal... ¡Sois todos unos idiotas! exclamo Maugirón aprovechando un momento de calma. ¡Qué grosero! dijo Marieta de Fontenoy.

¡Nos estás aburriendo con tu cómico de la legua! interrumpió furiosamente Maugirón... No cómo te sufre Tragomer. Nada de eso; me interesa, por el contrario, dijo amablemente Tragomer. no entiendes de nada, Maugirón, en cuanto te sacan de catar vinos. Oye lo que decimos mientras te bebes tu Lafite... ¿De modo, Frecourt, que usted ha conocido á esa Juana Baud?

En suma, el Vizconde no quiso apurar hasta las heces el deleite de hablar aquella noche con Rafaela, exponiéndose a cansarla y a hartarla con la mera conversación, aburriendo, marchitando y hasta secando, en el alma de ella, el deseo que tal vez pudiera nacer de que la conversación dejase de ser término y llegase a ser medio y camino para mayores y más dulces intimidades.

Que el hijo se le deshiciera en las entrañas sin culpa de ella. Gaetano había dicho que el viaje podría hacer fracasar el temido parto. La Valcárcel deseaba abortar, sin ningún remordimiento. No era ella; era el traqueo, el vaivén, las leyes de la naturaleza, de que tanto hablaba Bonis. El cual iba aburriendo al cochero con sus precauciones, con sus avisos continuos.

Con esta cuestión de la inmortalidad, era con la que abría don Pompeyo brecha en el alcázar de la fe de los socios, pero siempre concluían por cerrar aquella brecha con las salvedades de rúbrica. «Por supuesto. Dios sobre todo.... Doctores tiene la Iglesia...». Y en último caso, don Pompeyo ya les iba aburriendo con sus teologías. Le dejaban solo. Los tresillistas se quejaron a la junta.

Es costumbre en nuestra edad suponer y afirmar que no hay por todas partes sino malos acciones, egoísmo y rapacidad. ¡Error, disparate! El mundo se pudriría si le faltase en un momento el desinfectante de la virtud, cuya acción enérgica se nota en todas partes, en las más altas así como en las más bajas esferas... Conque me voy, porque te estoy aburriendo...

Pase que siempre me estés aburriendo con lo de ser yo rica y pobre, por supuesto, que no me ofendo; pase la manía de los celitos, que no tienen sentido común; pase el estarte sin venir tres y cuatro días seguidos, para que te espere con más deseo... No: por miedo a que tu padre adivine lo que ocurre.

Le hago falta a mi buen doctor dijo Maltrana . Se está aburriendo con la charla de las señoras... Yo también siento la falta del magnífico cigarro que seguramente me guarda... ¿Usted sale a la cubierta, Ojeda?... Voy en busca del tributo. Al aproximarse al doctor, éste pareció despertar, al mismo tiempo que rebuscaba en los bolsillos de su smoking.

La aldeana recibió tal impresión, que no acertó á decir ni hacer nada, y se dejó acariciar por la condesa, inmóvil y desfallecida, pero soltando por sus ojos tristes un diluvio de lágrimas. Después charlaron mucho de cuanto les había pasado. Pedro, que no podía tomar parte en la conversación, derramaba la vista con semblante distraído por los contornos. Perico, te estás aburriendo.

Si no fuese porque es un poco ridículo, diría que seguía requebrándome. Declaro que me iba aburriendo y que me distraía de un modo lamentable. Muchas veces mis respuestas eran incongruentes. Bostezaba escandalosamente, y llegué en ocasiones a dar cabezadas de sueño. Pero Joaquinita ni se enojaba ni cedía.