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Cuando estuvieron en su gabinete, una estancia lujosamente decorada, las paredes de raso azul, los muebles forrados de la misma tela, se dejó caer en un diván, reteniendo la mano de Miguel que tenía cogida. ¿No sabes?... he despachado al chico de la puerta con un encargo, y a mi doncella con otro... Pero aún nos pueden oír... ¡Mucho cuidado! El joven se sentó a su lado, y la abrazó con trasporte.

De aquí resulta que el pueblo argentino es poeta por carácter, por naturaleza. ¿Ni cómo ha de dejar de serlo, cuando en medio de una tarde serena y apacible una nube torva y negra se levanta sin saber de dónde, se extiende sobre el cielo mientras se cruzan dos palabras, y de repente el estampido del trueno anuncia la tormenta que deja frío al viajero, y reteniendo el aliento por temor de atraerse un rayo de dos mil que caen en torno suyo?

Y en tono de amorosa y expresiva admiración, y reteniendo al pobre Carlos con vacilante muñeca, lleno de ternura, prosiguió: ¡Contemplen, pues, a este pillastre! ¡Carlos, así Dios me condene, estoy orgulloso de ti! ¡Salga usted de casa! dijo el señor Tomás, levantándose con la amenazadora y fría mirada de sus ojos grises, y haciendo acopio de autoridad. Carlos, ¿cómo te atreves?...

Luego le vió correr, balanceando sus formas abultadas y reteniendo sus velos, que el viento marítimo parecía querer arrebatarle. Transcurrieron varios días de trabajo, de cansancio y de hambre, sin que el coloso recibiese nuevas visitas. Un anochecer, estando sentado en la arena, vió que un hombre saltaba ágilmente sobre una de sus rodillas, corriendo después á lo largo del muslo.

Ya se entregaría al dolor con toda libertad cuando quedase sola. Su deber era hacerle tolerable la existencia, reteniendo sus palabras, ocultando sus pensamientos. Pero esta cordura de buena dueña de casa, esta supeditación de cónyuge á uso antiguo, ganosa de evitar toda molestia á su señor, no pudieron mantenerse mucho tiempo.

¡Envenenado!.. ¡Dios mío! ¡Hola! ¡aquí! ¡aquí! gritó don Juan, llamando. ¡No hay nadie! ¡estamos solos! exclamó Dorotea. Y una leve contracción de dolor resistido, pasó por su semblante. ¡Oh! ¡esto es horrible! ¡esto no puede ser verdad! exclamó don Juan reteniendo entre sus brazos á Dorotea. Otra contracción más violenta, indicó á don Juan que Dorotea sentía un dolor más agudo.

En vano Juanita quiso conocer la causa de tan brusca marcha. Te ruego que calles lo dijo Isabel; te conservaré mi amor a este precio. Te amo, no amaré más que a ti; te seré fiel, te esperaré toda mi vida si es necesario, pero nada digas a mi hermana; éste es mi deseo. Y yo deseo que hable dijo Juanita con dulce voz, reteniendo por la mano a su futuro hermano, que sufría al verse detenido.

Docenas de individuos andan en este momento detrás de ella, lo , pero preferiría antes verla muerta que casada con uno de ellos. Debe casarse por amor... , por amor, ¿me oye? Prométame, Gilberto, que la protegerá, que velará por su suerte, ¿quiere? Reteniendo todavía su mano entre las mías, le prometí cumplir lo que me pedía. Estas fueron las últimas palabras que pronunció.

Los señores jóvenes que allí había consiguieron, no sin grande esfuerzo, separar a Octaviano de su intervención en la contienda e interponerse entre los dos principales contendientes, reteniendo sus manos y refrenando sus lenguas. Completamente se acibaró el contento que allí reinaba. Antes de que amaneciese se expidieron en el ómnibus el Merengue de fresa y las demás niñas.

D. Alonso Coronel no obstante obtuvo del rey D. Pedro, por mediacion de D. Juan Alfonso de Alburquerque, el estado de Aguilar reteniendo á Capilla. Despues de muerto D. Alonso Coronel, su estado fué incorporado á la corona; y muerto el rey D. Pedro, D. Enrique II dió la villa de Aguilar á D. Gonzalo Fernandez de Córdoba, de quien se derivó á sus descendientes los marqueses de Priego.