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A veces, en sus breves visitas a Rucanto le acompañaba Rita, la buena anciana, siempre ganosa de ver a su santa querida. Vivía la fiel servidora al lado del médico, ocupando en la casa de Luzmela su puesto de confianza, tantos años acreditado por una constante adhesión al difunto caballero. En vano intentara Rita continuar al inmediato servicio de Carmen.

Mina Craven, atrevida de maneras como un muchacho, ganosa de desafiar la curiosidad de las gentes con sus audacias y excentricidades, fué una americana de las que pueden llamarse «de exportación». El viajero observador atraviesa los Estados Unidos, de Nueva York á San Francisco y de Chicago á Nueva Orleáns, viendo mujeres que son iguales á las de todas partes: buenas madres, buenas esposas, ó excelentes muchachas que aspiran á ser lo uno y lo otro.

Creía poder jugar con los hombres, despreciándoles. Así se lo había manifestado una noche á Robledo, mirando con lástima á sus solicitantes. Pero Ricardo era la juventud, la frescura varonil, el hombre adorado por el primer amor de una adolescente y que por esto mismo representa una tentación para la coqueta madura, ganosa de quitárselo á la otra mujer.

Odió la bohemia, sintió la afición al hogar y una saludable reacción ordenadora invadió su alma, ganosa de gustar en la quietud de su retiro los placeres que no halló en los caminos y en el acogimiento frío y banal de las habitaciones alquiladas.

El revoloteo de la negra amazona de la heroína servía de bandera a los batallones de zuavos, tropa de aventureros franceses, alemanes e italianos, detritus de todas las guerras del globo, que encontraban más grato seguir a una hembra ganosa de notoriedad que engancharse en la Legión extranjera de Argelia.

«¡Cómo me canso de subir escaleras! dijo el oso torcaz llegando arriba . Cuando se reforme la sociedad, se suprimirán los escalones. Piso bajo todo el mundo». Abrió la primera puerta y entraron; y mientras Bou seguía franqueando puertas, Isidora hacía lo mismo con los balcones para que entrase la luz, ganosa de alumbrar los ricos antros.

Ya se entregaría al dolor con toda libertad cuando quedase sola. Su deber era hacerle tolerable la existencia, reteniendo sus palabras, ocultando sus pensamientos. Pero esta cordura de buena dueña de casa, esta supeditación de cónyuge á uso antiguo, ganosa de evitar toda molestia á su señor, no pudieron mantenerse mucho tiempo.

Prolongaron el silencio con una sonrisa penosa, como si ninguno de los dos encontrase el medio de salir de esta situación. Continúa dijo Miguel . Una vez que vengo, no quiero servirte de estorbo. Ella, como si viese en tales palabras un reto á su timidez, y ganosa al mismo tiempo de mostrar sus habilidades, se inclinó sobre el lecho para reanudar el trabajo.

Y toda la avalancha retrocedía, empujando de nuevo a los transeúntes, ganosa de salir al encuentro de los que llegaban por la parte opuesta. Era un deseo vehemente de encontrarles lo más lejos posible del Hospicio, de ganar algunos segundos, de prolongar la rápida entrevista, en la que habían pensado días enteros.

Doña Paula, que entendía a medias palabras, y aun sin necesidad de ellas, ganosa de satisfacer aquel deseo de su hijo, según su política constante, y de satisfacerle de una manera pulcra, intachable en la forma, anticipándose a él, había resuelto tomar la iniciativa y ofrecer a Petra ella misma aquel puesto que la rubia lúbrica tanto ambicionaba. La proposición se hizo aquella tarde.