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Todo el cuerpo del rey, donde la hinchazón de los tumores no le deformaba, era sólo huesos y piel cubierta de llagas. Los tumores se vaciaban por varias abiertas bocas que arrojaban pus hediondo. El muladar de Job había sido más limpio que el lecho inmundo del señor absoluto del mayor imperio que hasta entonces había habido sobre la tierra.

Mas al hacerle la primera cura, queriendo añadir a ella lo que había leído en la historia de Santa Catalina, esto es, queriendo besar las llagas de la enferma, fue tanto el asco y el horror que se le apoderó, que le dio un vahído, se puso muy mala y fue necesario que Genoveva la llevase en brazos a casa.

Es cierto que Pereda no rehuye jamás la expresión valiente y pintoresca, por áspera y disonante que en un salón parezca, ni se asusta de la miseria material, ni teme penetrar en la taberna y palpar los andrajos y las llagas; pero basta abrir cualquiera de sus libros para convencerse de que corre por su alma una vena inagotable de pasión fresca, espontánea y humana, y que sabe y siente como pocos todo género de delicadezas morales y literarias, y que acierta a encontrar tesoros de poesía hasta en lo que parece más miserable y abyecto.

Santiago, más exasperado aún por la decepción que experimentaba, exclamó: ¡Ni el hierro, ni el plomo, ni yo daremos muerte a ese excomulgado! ¡No iré a bordo, por las mil llagas de San Julián, no, no iré! añadió golpeando violentamente el suelo con el pie.

A los artesanos, con su mejor chaqueta de terciopelo, sus pantalones de dril muy planchado y su sombrerín de castor fino, da gozo verlos. Los indios, en verdad, descalzos y mugrientos, en medio de tanta limpieza y luz, parecen llagas.

Si yo fuese él, preferiría tener desalquilado el piso antes que permitir que viviesen en él personas que deshonran la casa. ¡No seas bestia! ¿Para qué arrastrar por el arroyo al duque de La Tour de Embleuse y a su familia? Esas miserias, para que lo sepas, son como las llagas del barrio; todos nosotros tenemos interés en ocultarlas.

El traje y porte de este Dios es puntualmente aquel en que la fantasía loca de los poetas representa á su Caronte, pálido el semblante, la frente horrorosa, sin cabellos la cabeza, cubierto de llagas é inmundicias el cuerpo, y por vestido un trapo con que cubrirse honestamente.

Al poco tiempo la miseria comenzó a roer la piel delicada de la niña. Viéndola rascarse, Concha se enfurecía, la apellidaba sucia, piojosa y la arrojaba a empellones de la estancia. Todavía más. La microscópica doncella, con anuencia de su ama, le obligaba a ponerse zapatos antiguos que le estaban chicos y que le producían llagas y vivos dolores.

Méndez era recibido por el más temible de los caciques en una choza que tenía por adorno trescientas cabezas de enemigos, y los asombraba cortándose en su presencia con unas tijeras pelos y barbas, operación mágica para los indígenas. Sus curaciones de llagas y otras enfermedades le valían el respeto de un brujo, y gracias a esto pudo vivir entre los indios, avisando a Colón de sus proyectos.

Viendo Izú el trance tan peligroso en que estaban las cosas, se puso en medio de sus paisanos, y pudo tanto con la eficacia de sus palabras, y mucho más con la gracia de Dios, que interiormente labraba en aquellos corazones bárbaros é inhumanos, que detuvo sus furias y apagó todo el odio; después, aunque muy nuevo en la fe, habló tanto de Dios y predicó de su santa ley, que aquellos bárbaros, así como estaban con las manos llenas de saetas envenenadas, se fueron llegando uno á uno al P. Lucas, y puestos de rodillas, con humilde reverencia, besaron las llagas del Santo Cristo.