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»Hay en Madrid dos teatros, denominados corrales, que jamás se ven libres de mercaderes y artesanos, quienes abandonan sus ocupaciones y concurren á ellos con capa, espada y daga, llamándose todos caballeros, hasta los que hacen zapatos.

Algunas de esas nuevas familias se ilustraron y fueron ennoblecidas, porque muchas descendían de moros nobles. Pero los grandes de España, que tienen aquellos mismos nombres, llevan tan a mal ser confundidos con estas familias, como con las de los artesanos que se hallan en el mismo caso.

Entonces los artesanos se salían y marchaban un poco más lejos a bailar con aquellas que, desdeñadas por los caballeros, o de temperamento más bravio, los seguían, arrojando miradas torvas de desafío al coro principal. Ni se crea que faltaba tampoco aquella tarde el baile de sociedad.

Empero, léjos de gozar todos los indígenas de igualdad de privilegios, como sucedia en Chiquitos, estaban divididos en dos clases hereditarias; las familias, compuestas de artesanos de todo oficio; y los soldados, encargados de las faenas ordinarias; clase denominada el pueblo y considerada como inferior á la primera.

Encarnación era costurera; moza robusta, colorada, mofletuda, de fisonomía vulgar. Entre los artesanos de Sarrió pasaba por la mejor moza de las cuatro: para el catador inteligente y refinado valía muy poco.

El tributo ó contribucion personal de los indios, aunque muy moderado, no puede aumentarse en ningun sentido sin esponerse el gobierno á graves males, porque siendo infinito el número de indios pobres, ó que ganan solo para su subsistencia, á esta parte numerosa seria á quien aflijiria un recargo de contribucion: mas adelante, y cuando se haya dado un cierto impulso y fomento á la clase de propietarios, y cuando la propiedad se halle repartida en muchas manos, convendrá aumentar en ella el tributo que paga ahora con mucha desigualdad, respecto del gremio de jornaleros y artesanos.

Paz traía consigo un intérprete para entenderse con las masas cordobesas de la ciudad: ¡Barcala!, el coronel negro que tan gloriosamente se había ilustrado en el Brasil, y que se paseaba del brazo con los jefes del ejército; Barcala, el liberto consagrado durante tantos años a mostrar a los artesanos el buen camino, y a hacerles amar una revolución que no distinguía ni color ni clase para condecorar el mérito; Barcala fué el encargado de popularizar el cambio de ideas y miras obrado en la ciudad, y lo consiguió más allá de lo que se creía deber esperarse.

Un cuarto de baño que escandaliza a mi pobre tía y hace que le diga a Beppa que es pecado pensar tanto en las cosas del cuerpo. Aunque olvidadas mis antiguas costumbres, yo no podía pasar sin el baño; es el único lujo que conservo, y mandé venir de Valencia artesanos con mármoles y maderas finas para que arreglasen una preciosidad. Ya lo verá usted; cosa buena.

Los caballeros no desdeñaban alternar con él. Los artesanos, á cuya clase pertenecía, le respetaban como su ideal: era la encarnación de sus gustos y deseos. Pontes, con quien había trabado amistad hacía algunos años, le adoraba.

Vestía el poderoso comerciante su mejor paño, la dama elegante su mejor seda, y los muchachos artesanos, lo mismo que los hombres del pueblo, ataviados con sus pintorescos trajes salpicaban de vivos colores la masa de la multitud. Movíanse en el aire los abanicos, reflejando en mil rápidos matices la luz del sol, y los millones de lentejuelas irradiaban sus esplendores sobre el negro terciopelo.