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Pero viendo que éste no trataba de hacerle daño, concluyó lógicamente por rascarse la barriga, ejecutando después otra serie de maniobras candorosas que el gran antropólogo seguía con mirada escrutadora y reflexiva. La ciencia estaba de enhorabuena. En el cerebro del ingenioso Sánchez germinaban pensamientos fecundos, admirables proyectos de experimentación.

Salió a abrirles la puerta del corral un muchacho muy sucio, que se asustó al ver tanto caballero; y entre limpiarse los mocos con una mano y rascarse las nalgas con la otra, les dijo de mala gana que su padre estaba en el cierro.

La fiebre con tos seca y nocturna, diarrea, consuncion y sudores nocturnos en los niños, se cura con cina. La encefalitis de los niños no puede tratarse sin que intervenga este medicamento, ya en su principio, ya en el segundo período, en el de exudacion con parálisis parcial de los esfínteres, en el que se observa la tendencia de llevar los dedos á la nariz para rascarse.

<i>Frailes</i>... Atención continuó el lector . Una especie de animales viles y despreciables que viven en la sociedad a costa de los sudores del vecino en una especie de café-fonda, donde se entregan a todo género de placeres y deleites, sin más que hacer que rascarse la barriga.

Me parece que está bien rematadita la cosa; y picante... y hasta la empuñadura, ¿eh? El tabernero trasladó la mano que tenía junto a la oreja, al cogote, entre cuyos pelos grises, cerdosos y tupidos metió las uñas para rascarse. No he comprendido cosa mayor dije mientras se rascaba, la entraña de todo eso que has plumeado ahí. Como gustar, me gusta el palabreo y la... ¡Vaya! de lo mejor.

Llevábase una mano a la espalda para rascarse con dolorosos desperezos, pero sonreía, mostrando su amarilla dentadura de caballo. ¿Habéis visto ustés que güeno ha estao Juan? decía a todos los que le rodeaban . Hoy viene güeno de veras. Al reparar en la única mujer que estaba en el patio y reconocerla, no mostró extrañeza. ¡Usté por aquí, señá Carmen! ¡Tanto güeno!...

Y como el morito, acometido de violentísimas picazones en brazos y pecho, hiciera garras de sus dedos para rascarse con gana, la ribeteadora se acercó para mirarle los brazos, que había desnudado de la manga. «Lo que tiene este hombre dijo con espanto es lepra... ¡Jesús, qué lepra, seña Benina!

Al poco tiempo la miseria comenzó a roer la piel delicada de la niña. Viéndola rascarse, Concha se enfurecía, la apellidaba sucia, piojosa y la arrojaba a empellones de la estancia. Todavía más. La microscópica doncella, con anuencia de su ama, le obligaba a ponerse zapatos antiguos que le estaban chicos y que le producían llagas y vivos dolores.

Su bellísima frente ceñuda indicaba esta idea: «¿Pero a dónde me llevan estas tías?». Empezó a rascarse la cabeza, y dijo con sentimiento: «Pae Pepe...». ¿Qué te importa a ti tu papá Pepe? ¿Quieres un rabel? Di lo que quieres. Quelo citunas replicó alargando la jeta . No, citunas no; un pez.

Una tarde se hizo cargo de una guapa dalaga que pilaba arroz acompañando el ruido acompasado del jalo con una monótona canción. Ver á la dalaga y pararse, y tras pararse, rascarse, fué simultáneo.