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Pero Lita era mucho más que esto, y mucho más que su madre y que la hermana de Neluco, con no haber visto mayor cantidad del mundo, ni bebido las ideas en mejores fuentes que ellas. Tenía unas afinaciones, unas delicadezas de sentido y un alcance de vista en las honduras de las cosas, aunque tratadas medio en chanza y a la ligera, que solamente las concebía yo en las inteligencias muy cultivadas.

En lo tocante a repostería no era nada inferior; y casi todo el año, y particularmente en tres solemnes épocas, no sabía ella cómo acudir a las mil partes adonde la llamaban: antes de Pascua de Navidad, a fin de confeccionar las chucherías y delicadezas que las personas pudientes y sibaríticas suelen entonces mandar hacer para su regalo; por ejemplo, los hojaldres y las célebres empanadas con boquerones y picadillo de tomate y cebolla que se toman por allí con el chocolate.

Por suerte de don Alejandro, aquel cambio de costumbres podía hacerse, se haría forzosamente sin necesidad de que se traslucieran sus sospechas ni sus arrepentimientos, ni se ofendieran pundonores ni delicadezas de nadie: con la venida de su sobrino Nacho. Por su cuenta, Nacho no tardaría una semana en llegar a Peleches; de un momento a otro esperaba carta suya que se lo confirmara, desde Madrid.

El hombre siente siempre cierto reparo, cierto rubor, en mezclarse en estas negociaciones que requieren las delicadezas y sutiles arbitrios de las damas. Al hombre le parecen, en fin, afeminadas estas gestiones, y aún cuando él mismo las necesite alguna vez, preferirá recurrir al auxilio de una dama antes que al apoyo de otro hombre.

Pasé unos pocos días en París preparándome para la larga travesía y despidiéndome de las comodidades de aquella vida que, una vez que se ha probado, con todas sus delicadezas intelectuales y con todo su confort material, aparece como la única existencia lógica para el hombre sobre la tierra. ¡Qué error, qué triste error el de aquellos que no ven a París sino bajo el prisma de sus placeres brutales y enervantes!

La enferma estaba tranquila, el acceso había pasado. Sin embargo, la noche fué penosa. Angelina y mi tía se la pasaron en claro. Desde mi cuarto las oía yo que iban y venían. Entonces comprendí toda la abnegación de la doncella. Cuidaba a la anciana dulce y cariñosamente, con afecto de hija. Fina y bondadosa con todos, con ella extremaba sus delicadezas.

Desde entonces fue para mi un verdadero suplicio el ver al señor de Couprat, y observar todas las atenciones y delicadezas de que colmaba a Blanca. ¡Cuánto lloraba en silencio! pero eso , nunca, nunca sentí celos de Juno. ¡Dios mío! no; yo era una criatura que amaba sincera y profundamente, pero sin que la más mínima sombra de pasión feroz se mezclase a mi amor.

Hay algunas personas de alma delicada y generosa, pero aun éstas no pueden menos de resentirse de la sociedad en que han vivido: son capaces de un rasgo heroico, de una pasión fuerte, pero no pueden alcanzar ciertas nuances del espíritu, ciertas delicadezas que sólo se encuentran en las clases elevadas y en una sociedad culta y refinada. ¿No piensa usted dar una vuelta por Madrid?

Desde entonces todas aquellas delicadezas de su alma empezaron a sufrir un proceso de desvanecimiento, todas sus ternuras se fueron apagando como los colores de una olvidada pintura bajo la capa de polvo que la cubre. A poco cambió su modo de ser y dejó de frecuentar el sitio que sus éxtasis asiduos habían como impregnado de una atmósfera mística.

Entretanto, mi lecho de campaña había sido también preparado; después de cenar me tendí en el vestido, como tenía por costumbre, y encendiendo un buen cigarro, placer inefable en la Cordillera como en todos los sitios salvajes donde las delicadezas de la civilización adquieren un mérito extraordinario, dejé vagar la mirada por los cielos y el alma por el inmenso mundo moral, más grande aún que esa bóveda que me cubría.