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Ya me han dicho que quieres casarte con la chiquilla de Calderón.... Pues hijo, horroroso y ella más fea que azotar a un Cristo, vais a echar unos nenes que habrá que enseñarlos en una barraca. Adiós, Pepe: no te olvides de los boquerones. Ya sabes que no ceno sin ellos. Hasta luego.

Ahora vais a ver cómo me las compongo con los boquerones dijo sentándose . Porque supongo que te habrás acordado de añadió levantando la vista hacia Pepe Castro. Este hizo una señal afirmativa y empujó suavemente a Manolito Dávalos para que se sentase al lado de su ex querida. Era curioso ver la extraña turbación que se apoderaba del tocado marqués cuando se ponía cerca de la Amparo.

El viajero, torciendo hácia el N. O., comienza á trepar las faldas pedregosas, áridas y tristes y los boquerones abruptos que médian, en la serranía del «Brevent» y las Agujas-Rojas, entre la hoya del Arve y la del Trient, tributarios del Ródano en sentido opuesto. La vegetacion artificial, las rústicas praderas y los graciosos chalets ó casas de campo alpinas, han desaparecido.

El dueño, grande amigo de Daniel, nos sirvió por mismo boquerones fritos y japuta, poniéndonos al lado un par de botellas de manzanilla. Suárez estaba muy contento, y comía y bebía bravamente. No lo hacía yo mal tampoco. Las niñas de Anguita y su original papá nos servían de tema inagotable de conversación. Pidiose otro par de botellas.

El gasto de la fiesta era grande, porque D. Acisclo costeaba toda la cera que llevaban ardiendo los que con sendas velas seguían su insignia, y en la noche del Jueves Santo, terminada ya la procesión, daba de cenar a todos los cofrades, que eran muchos, agasajándolos y hartándolos con potaje de habas, cornetillas picantes, cazón en ajo de pollo, bacalao con tomates o en albóndigas, a veces hasta serafines fritos, pues, aunque parezca extraño, serafines se llaman en aquel país los boquerones, y de postres deliciosos pestiños y vino añejo.

A quien no ha comido de tales empanadas le parecerá abominable que, constando el relleno de boquerones o sardinas con un picadillo de tomates y cebollas, se tomen las empanadas con chocolate; pero así es la verdad, y están buenas, aunque parezca inverosímil. No es nuevo este arte de repostería y pastelería, ni su florecimiento entre las cordobesas.

No se ha de extrañar, por consiguiente, que los asistentes en la tertulia tuviesen voraz apetito a eso de las once de la noche en que se sirvió la cena. En ella hubo lomo de cerdo en adobo, conservado en manteca, semejante a líquidos rubíes por el color rojo que le prestaba el aliño. Hubo también pavo asado y boquerones; exquisito vino de los Moriles; y, para postres, frutas y piñonate.

En lo tocante a repostería no era nada inferior; y casi todo el año, y particularmente en tres solemnes épocas, no sabía ella cómo acudir a las mil partes adonde la llamaban: antes de Pascua de Navidad, a fin de confeccionar las chucherías y delicadezas que las personas pudientes y sibaríticas suelen entonces mandar hacer para su regalo; por ejemplo, los hojaldres y las célebres empanadas con boquerones y picadillo de tomate y cebolla que se toman por allí con el chocolate.

"Demasiado sabe usted que no como lengua. Hágame el favor de decir a la cocinera que traiga algún pescado, pero no boquerones como el otro día, y que no fría tanto las tortillas". Ninguno de los dos quería humillarse al otro. Así que, esta tirantez se prolongaba ridículamente, hasta que ella, Pepa, los agarraba por las orejas, les decía cuatro frescas y les obligaba a darse la mano.

De ese modo, el territorio suizo tiene tres temperaturas simultáneas de primer órden, determinadas por el sol, la altura atmosférica y las corrientes de aire que descienden de las heladas montañas por los boquerones ó gargantas estrechas.