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Pero Lita era mucho más que esto, y mucho más que su madre y que la hermana de Neluco, con no haber visto mayor cantidad del mundo, ni bebido las ideas en mejores fuentes que ellas. Tenía unas afinaciones, unas delicadezas de sentido y un alcance de vista en las honduras de las cosas, aunque tratadas medio en chanza y a la ligera, que solamente las concebía yo en las inteligencias muy cultivadas.

Para que al aseo de sus casas correspondiese el de sus personas, les procuré persuadir cuán grato me sería el ver que en lugar de tipoy, de que usaban sus mujeres, vistiesen camisas, polleras o enaguas, aunque fueran de lienzo de algodón, y corpiños o ajustadores que ciñeran su cuerpo y ocultaran los pechos; y que las que se presentasen con más aseo serían tratadas por , y haría lo fuesen por todos con más distinción.

Así trayendo á la memoria el arte y modo con que fueron tratadas, descubrirá mas de lo que aqui se puede decir. I no se contentan de usar de este su oculto artificio, para ingerirse en todos los negocios del mundo, por haberse persuadido que sea este el único medio para conseguir aquella monarquía.

«Verdad es que el tal salon recuerda la grandeza característica de la monarquia española, que lleva impreso el sello de la elevacion ostentosa, que es casi proverbial en la península, y que como todos los edificios de su tiempo parece que testimonio de la robustez moral que el trono iba adquiriendo, merced á sus continuos triunfos y á espensas del poder de una aristocracia, mas turbulenta acaso en Aragon que en otro ninguno de los estados españoles, pero las reflexiones á que considerado el edificio bajo ese punto de vista daria lugar, prescindiendo de que no son para tratadas ligera é incidentalmente, salen por otra parte de la artística esfera en que debemos encerrarnos

Es posible... no digo que no... Pero no conozco esas casas ni qué pasa en ellas, mientras que es de tradición que en los conventos las niñas son bien tratadas y se encuentran a gusto... No soy un padre muy tierno... tengo de eso lo menos posible, lo confieso... Los niños me han parecido siempre un estorbo lamentable y tiránico... Sin embargo, no quisiera que esa muchacha fuera desgraciada... En cuanto a la instrucción, ya la desarrollará ella más adelante, si quiere... Su marido la ayudará.

Pero la árnica no constituye por un tratamiento completo, si bien basta admirablemente para prevenir aquellos; no hay médico que posea este medicamento heróico, que no haya observado, que las fracturas, heridas, contusiones graves, caidas y otros casos de este género tratadas por el árnica, no ofrezcan fiebre ni complicacion.

Intenta uno una tímida resistencia, y le observan: «¿Cómo? ¿Y usted es el que pretende ser un buen muchacho?...» Es inútil que uno proteste: «¡Pero si yo no soy un buen muchacho!»... Tiene que serlo a la fuerza, porque así lo han medido y lo han marcado... ¡Y un hombre de ese temple es el que quiere meterse ahora en historias de mujeres! ¡Las mujeres, que siempre están pensando en alguna cosa diabólica, y que, para que puedan querer bien, tienen que ser tratadas como animales, engañadas, abandonadas por el que ellas adoran!...

Las cárceles del castillo de Triana estaban repletas de infelices presos que aguardaban la muerte más ó menos próxima, siendo muchas también las mujeres que allí gemían en los lóbregos calabozos, y las cuales, sin consideración alguna y contra todo sentimiento de humanidad, eran tratadas cruelmente por los negros carceleros.

Cualquier daño que pudiera hacérseme no sería mayor que el que sufrí el día en que prendieron á mi pobre señorito. Un muchacho que se encaramaba en mis rodillas cuando era pequeño y al que iba á buscar al colegio todos los domingos cuando estaba estudiando. ¡Ah! señor, cuántas infamias hay en el mundo... No son las personas honradas las mejor tratadas.

A su vista aprendió á escribir, y entre sus legajos pasó de la niñez á la juventud, y de esta á la vejez. Más de treinta años lleva manejando aquellas carpetas que jamás han estado empolvadas, merced al cuidado y cariño con que son tratadas. Para Andoy no hay más allá que su oficina, esta constituye su hogar, sus goces y sus distracciones.