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Al subir por entre rotos muros las empolvadas escaleras del sombrío edificio de las Prisiones, resuenan los pasos del extranjero en el seno de la mole granítica y de ladrillo durísimo, produciendo ecos recónditos que parecen los lamentos de las víctimas un tiempo amontonadas bajo aquellas bóvedas tremendas.

Las humildes gentes que habitaban las empolvadas cabañas próximas al camino, se cubrían los ojos con las manos para mirarlo y le seguían con la vista; reconociendo al hombre por su caballo, preguntábanse qué le ocurriría al Comanche Jacobo para emprender tan veloz carrera.

Varios lacayos con pelucas empolvadas y gran librea verde y amarilla, colores de la casa, cruzaban por todas partes, ofreciendo a la concurrencia, en grandes bandejas de plata, sorbetes a la Albornoz. Eran los famosos helados de naranja, servidos en la mitad de la cáscara de la fruta, artísticamente vaciada al efecto.

El barroquismo sin gracia de nuestras parroquias, los canceles llenos de mugre, las capillas cubiertas de horribles escayolas empolvadas y todo lo demás que constituye la vulgaridad indecorosa de los templos madrileños, no tiene que echar nada en cara a las cursilerías de esta novísima monumentalidad, también armada en yesos deleznables y con derroche de oro y pinturas al temple, pero que al menos despide olor de aseo, y tiene el decoro de los sitios en que anda mucho la santidad de la escoba, del agua y el jabón.

Háilo y muy rico dijo Casilda. Pues cuatro botellas, virtud sirviente; búscalas de las que estén más empolvadas, y si tienen telarañas, mejor. ¿Y qué haces ahí? añadió don Francisco dirigiéndose á Pedro, que estaba detrás de la mesa con una servilleta en el brazo. La señora y yo necesitamos estar solos. Pedro salió.

Pedro López comparaba en La Flor de Lis el salón de Currita con aquellas famosas tertulias que comenzaron en el hotel Rambouillet y acabaron con madame Staël, Recamier, Tallien y Girardin; y ciertamente que si no se encontraba en aquel como en estas la culta y amena conversación y la urbanidad más exquisita de antaño, que ha venido a ser hoy entre damas y caballeros como atributo exclusivo de las pelucas empolvadas y las chorreras de encaje, encontrábase de igual modo aquel principio disolvente de toda moral, que consiste en tolerar y autorizar el escándalo.

A su vista aprendió á escribir, y entre sus legajos pasó de la niñez á la juventud, y de esta á la vejez. Más de treinta años lleva manejando aquellas carpetas que jamás han estado empolvadas, merced al cuidado y cariño con que son tratadas. Para Andoy no hay más allá que su oficina, esta constituye su hogar, sus goces y sus distracciones.

Tomó entonces unas tierras cerca de Sagunto: campos de secano, rojos y eternamente sedientos, en los cuales retorcían sus troncos huecos algarrobos centenarios ó alzaban los olivos sus redondas y empolvadas cabezas. Fué su vida una continua batalla con la sequía, un incesante mirar al cielo, temblando de emoción cada vez que una nubecilla negra asomaba en el horizonte.

El trapero levantó la luz hasta el techo, tocando con cierto cuidado, como objetos frágiles y preciosos, las telas empolvadas que pendían de la paja. Mira... telarañas. ¿Las ves? Aquí, allá, por todos lados. No tenemos ventanas, cristales y otras cosas superfluas y malignas para la salud; pero telarañas, puedo apostar con el más rico a ver quién las tiene mejores.

Por lo tanto, el gran salón que está encima de las habitaciones del Administrador, se ha quedado por concluir, y á pesar de las telarañas que adornan sus empolvadas vigas, parece como que espera la mano del carpintero y del albañil.