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Seguramente no se contentan con la simple impresion artística: claro es que el sueldo es la suprema aparicion que se vislumbra en el fondo de estas admirables sombras chinescas; pero es un sueldo particular, un sueldo francés, que necesita estudiarse mucho para comprenderlo; que no podrá nunca comprenderse, si se estudia de un modo aislado.

Si en semejantes dias los indígenas de los pueblos interiores se contentan con ataviarse grotescamente y llevar sobre sus personas los variados plumages de los pájaros de sus florestas, sin beber otra cosa que la chicha, líquido fermentado, hecho de yucas, el cual ni es muy fuerte ni pernicioso, no sucede así con los naturales de Caupolican, que vestidos con igual estravagancia hacen uso del aguardiente, ocasionándoles esta bebida grandes gastos al mismo tiempo que la pérdida de su salud.

Claro está que el calavera necesita espectadores para todas estas escenas: sólo lo son en cuanto pueden comunicarse; por tanto el calavera cría a su alrededor constantemente una pequeña corte de aprendices, o de meros curiosos, que no teniendo valor o gracia bastante para serlo ellos mismos, se contentan con el papel de cómplices y partícipes: éstos le miran con envidia, y son las trompetas de su fama.

Aun las naturalezas sensibles y delicadas como la de Olga, no están exentas de él; es verdad que eso las mata, mientras que las almas más groseras se contentan con disimular y rechazar dentro de mismas, el secreto que, solicitado por la luz del día, tiende a escaparse de las recónditas profundidades de la conciencia. Espera, voy a precisar.

Yo siempre he tenido por hombres de imaginacion pequeña á los que se detienen en una palabrilla, en un acento, en si se ha de entender esta voz en este, ú en otro significado: aunque esto importe poco, y sin llegar á conocer lo útil de las cosas, solo se contentan de lo superficial.

Por desgracia, los sevillanos no se contentan con el poético platonismo de la «reja». Sevilla, como gran ciudad y puerto comercial, y como tesoro de primores de arte y de placer, atrae singularmente, sobre todo en la Semana Santa y la primavera, no solo á muchos extranjeros sino también á los españoles de otras provincias.

Allí se cuentan sus amores, se apunta al amante con el dedo, se ridiculiza al marido, se narra la última aventura con verdadera e íntima fruición; las lenguas, como otras tantas navajas de barba, no se contentan con afeitar; degüellan, ultiman, descarnando la honra como se descarna un cadáver en la sala de autopsias.

Sancho iba diciendo entre : ¿Nosotros tortolitas? ¿Nosotros barberos ni estropajos? ¿Nosotros perritas, a quien dicen cita, cita? No me contentan nada estos nombres: a mal viento va esta parva; todo el mal nos viene junto, como al perro los palos, y ¡ojalá parase en ellos lo que amenaza esta aventura tan desventurada!

Aquellas gentes pedían la República, eran de la Repartidora, como ella decía; al paso que marchaban las cosas, no tardarían en triunfar, y entonces vendría el saqueo de la casa; tal vez el degüello de ella y su hijo. ¡Déjalos, mujer! decía el caído cacique con burlona sonrisa No son tan malos como crees. Que sigan cantando su Marsellesa y dando vivas, ya que con tan poco se contentan.

Cuando otro falta a una mujer, cuando otro es insolente, él es sólo atrevido, amable; las bellas que se enfadarían con otros, se contentan con decirle a él: «¡No sea usted loco; ¡Qué calavera! ¿Cuándo ha de sentar usted la cabezaCuando se concede que un hombre está loco, ¿cómo es posible enfadarse con él? Sería preciso ser más loca todavía.