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Desde entonces todas aquellas delicadezas de su alma empezaron a sufrir un proceso de desvanecimiento, todas sus ternuras se fueron apagando como los colores de una olvidada pintura bajo la capa de polvo que la cubre. A poco cambió su modo de ser y dejó de frecuentar el sitio que sus éxtasis asiduos habían como impregnado de una atmósfera mística.

Habría querido dejarme caer nuevamente con los ojos cerrados en la esquina del sofá y fingir todavía un poco el desvanecimiento, pero me levanté vivamente y dije: Creo que Marta no cerrará los ojos esta noche; esperará el momento en que salgas de la casa. Querrá verte partir; como su habitación da al jardín, vendrá a la tuya o a la que está al lado.

Fortunata sintió como un desvanecimiento, y al incorporarse se le iba la cabeza, y la habitación daba vueltas en torno suyo. Llevándose la mano a los ojos, dijo a su marido: «Me lo tienes que decir». Es una amiga tuya. ¡Amiga mía! , y su nombre empieza con A.

Expresó en seguida la vanidad de aquellos sacrificios, el engaño y desengaño de toda acción ambiciosa. Esto lo hiciste agregó por punto de honra. Harta dicha será que no te desluzcan la jornada mediante alguna calumnia. Quien, como , Ramiro, ha de emprender el santo camino de la Iglesia, ¿qué pudo buscar por ese atajo que no fuera desvanecimiento y vanagloria?

La imagen interior lo mismo que la anterior palidecían al mismo tiempo como si todo aquel pasado resucitado por casualidad volviese a entrar en el mismo instante y para no volver a salir, en el vago desvanecimiento de la noche y del olvido.

Doña Clara buscó agua, y no encontrándola, sacó de su seno un pomito de agua de olor y la esparció sobre el rostro de la duquesa. Al poco tiempo, como el desvanecimiento había sido ligero, doña Juana volvió en . Vió á los jóvenes y se ruborizó. Ellos conocían su secreto. La duquesa se había visto obligada á llamarlos. Su honor exigía una explicación, una revelación.

Al pasar junto al balneario de Cestona acometióle otro ligero desvanecimiento, y Leopoldina Pastor, que unía siempre algún rasgo de locura a los impulsos de su corazón, realmente bueno y compasivo, empeñóse en hacerle beber un par de vasitos de aquellas famosas aguas medicinales.

No muy bien: he sentido un fuerte desvanecimiento al levantarme... y anoche había sentido otro al acostarme. Debilidades del estómago... Eso creo yo... Pero resérvalo, de todos modos.

Este desvanecimiento tiene su lado malísimo, lado que no podemos menos de tratar muy en serio, hablando con la experiencia en la memoria. La mayor parte de las comediantas son muchachas muy jóvenes, tan bonitas como pobres. No conocen del mundo más que las 200 brazas de tierra que siembran, ó el azul del cielo bajo el cual tienden las redes ó peinan el abacá.

La muchacha ingenua y sencilla se puso más roja de lo que era: por primera vez, en su vida, sintió en los oídos el palpitar acelerado y martillante de su propio corazón y, como en un desvanecimiento extraño, tuvo la visión fugaz de una hermosa casa de campo en cuya puerta un carruaje esperase a su dueña...