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No había nadie que la auxiliase. No había siquiera agua. Alzó la cabeza del joven, la puso sobre su regazo, le dió aire con su sombrero y le hizo oler un pomito con perfume que traía. Al cabo de pocos minutos abrió los ojos: no tardó en ponerse en pie. Estaba avergonzado de su flaqueza. Clementina se mostraba con él afectuosa y compasiva.

Como aquí no tenemos Morgue, es preciso renunciar á un buen efecto finalAsí habló el realista D. Marcos. Cantarranas estaba más nervioso que nunca, y la poetisa sacó un pomito de esencias, para aplicarlo al cartucho que tenía por nariz: este singular pomito era el flacon que había visto en todas las novelas francesas.

Eso es... Otro caso más raro: tiene mucha afición al dibujo y a la pintura, y sus avíos correspondientes para lo uno y para lo otro... A lo mejor le ven ustedes encaramado en el Miradorio, o acurrucado en la vega, o delante de un paredón viejo, con el pincel en una mano, su cajita de colores en la otra, un pomito con agua a un lado y su libreta sobre las rodillas, pinta que pinta.

Se quedaría sola, trasladaría su residencia al extranjero, entraría en un convento, tomaría otro amante, ¡todo, todo menos continuar unida a aquel pomito de ácido nítrico! Sin decirle una palabra ni avisar tampoco a ninguna de sus amigas, en cuanto se sintió con fuerzas para ello se trasladó un día al Sotillo.

La señora de Montauron, que había dado muy agitada varios paseos por el gabinete aspirando su pomito de sales, posó la mano sobre el hombro de Beatriz, diciéndole: Querida niña, supongo que no te habrá sorprendido que mi primer ímpetu al saber que me dejas haya sido de mal humor... Porque yo siento mucho tu ida, aunque a ti mi contrariedad te tenga sin cuidado... ¡Vamos, hija mía, dame un beso!

Doña Clara buscó agua, y no encontrándola, sacó de su seno un pomito de agua de olor y la esparció sobre el rostro de la duquesa. Al poco tiempo, como el desvanecimiento había sido ligero, doña Juana volvió en . Vió á los jóvenes y se ruborizó. Ellos conocían su secreto. La duquesa se había visto obligada á llamarlos. Su honor exigía una explicación, una revelación.

No son tan altivos que no quieran recibir nada de nadie; y ademas se reservan el derecho de explotar despues el negocio para formar su pomito de olor de vanagloria en que se puedan deleitar. ¿Es poco por ventura si el asunto sale bien, el gusto de referir todo lo que pensó el que le condujo, y la sagacidad con que conoció las dificultades, y el tino con que procedió para vencerlas, y la prudencia con que tomó consejo de personas entendidas, y lo mucho que el aconsejado ilustró el juicio del consejero?

Fray Miguel tomó la copa, y, casi de un solo trago, apuró todo el licor que contenía. El hermano Tiburcio que lo presenciaba y miraba todo en silencio, aproximó un taburete e indicó por señas a Fray Miguel, que en él se sentase. En seguida tomó en los dedos cierto linimento oloroso, que había en un pomito de vidrio, y ungió con él lo más alto de la cabeza, la frente y las sienes del fraile.