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Si es encantador y variado para el Robinsón tendido en el islote ó encaramado al tronco de un árbol, el aspecto del arroyo, es mucho más hermoso todavía para el visitante que sigue la orilla de sinuosidad en sinuosidad, caminando tan pronto sobre las rocas tapizadas de zarzas, como sobre la espesa hierba de la pradera, ó bajo la móvil sombra de las ramas agitadas.

La Regenta recordó las carracas de Semana Santa, cuando se apaga la luz del ángulo misterioso y se rompen las cataratas del entusiasmo infantil con estrépito horrísono. ¡Petra! ¡Petra! gritó. Estaba sola. ¿Adónde había ido su doncella? Un sapo en cuclillas, miraba a la Regenta encaramado en una raíz gruesa, que salía de la tierra como una garra. Lo tenía a un palmo de su vestido.

Hacía ya algún tiempo que este joven personaje disfrutaba el privilegio de desazonarle. En una ocasión supo que se había encaramado sobre el tejado de la iglesia para apoderarse de algunos nidos de gorrión; en otra sospechó que le había robado las uvas que tenía la parra del corredor de la rectoral.

Tambien á Diego Gomez, el que habia Al triste caballero aconsejado, Colgaron; y lo mismo aqueste dia Al Avila hicieran, que sacado Con estos tambien fuè, y ya queria El verdugo colgarle: encaramado Estuvo en los postreros escalones, Y

Si estos pájaros abandonaban aquellos bosques en tan gran número debía de ser por algún grave motivo. La presencia de unos cuantos salvajes no habría bastado para espantarlos. Más tarde, el Capitán y Cornelio, que se habían encaramado en lo alto de una roca para observar la llanura, vieron salir de aquellos bosques muchos warangales huyendo hacia el Sur.

¡Buena la habéis hecho! dijo la señora María bajándose de una silla, á la que se había encaramado para fregar una vidriera, y viniendo hacia el cocinero mayor con un estropajo en la mano : ¡buena la habéis hecho, señor Francisco! ¿Pero qué he hecho yo? exclamó asustado el cocinero, porque le constaba que la señora María no hablaba nunca en balde.

Un hombre muy alto, encaramado sobre unos zancos que le ponían al nivel de los segundos pisos, recogía propinas de los balcones, tocando el clarinete y haciendo piruetas; la multitud reía en torno, contemplando las contorsiones del volatinero, y algunos grotescos mascarones chapaleteaban sobre el fango, dando vueltas vertiginosas al compás del vals canallesco.

Encaramado allí el pobre, estaba tan turulato acordándose de lo de marras, que no pensó sino en despachar pronto; y así es que las últimas letras, en lugar de un pie de alto como las otras, no tienen más que una pulgada; y no es esto lo peor, sino que con la prisa, se le quedó una letra en el tintero, y el letrero dice ahora: PLAZA DE LA CONSTITUCIN. El alcalde se puso furioso; pero el maestro se cerró a la banda y declaró que ni por Dios ni por sus santos volvía a las andadas, y que más bien quería montar en un toro de ocho años, que en aquel tablado de volatines.

Iba a probar si Pez era el mismo caballero vivaracho y rumboso de antes, o si se había trocado en un empedernido egoísta. La dama, haciendo también graciosos alardes de reserva, replicó: «Cosas mías. Lo que a me pasa, ¿a quién interesa más que a sola?». Lentamente mi amigo descendía de aquellas cimas de virtud en que se había encaramado.

Cuando el uno y los otros volvieron a su ritmo sosegado y normal, llamé a don Sabas y me puse a sus órdenes. Estaba muy cerca de , encaramado en una peña en la actitud de costumbre y empezando a embriagarse por los ojos, y no sin motivo ciertamente. Arrímate un poco acá me dijo desde su pedestal calizo con manchones de musgo y poco más alto que yo . Arrímate, contempla... ¡y pásmate, Marcelo!