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¡Buena la habéis hecho! dijo la señora María bajándose de una silla, á la que se había encaramado para fregar una vidriera, y viniendo hacia el cocinero mayor con un estropajo en la mano : ¡buena la habéis hecho, señor Francisco! ¿Pero qué he hecho yo? exclamó asustado el cocinero, porque le constaba que la señora María no hablaba nunca en balde.

Los trenes andarán. Un kilo de pan llegará a pesar lo menos tres cuartos de kilo. Hasta es posible que haya casas para las familias que deseen alquilarlas... Tengamos fe en los hombres que han deshecho la valla de la calle de Cedaceros. Cada tres o cuatro siglos vienen unos hombres; se ponen a barrer, a fregar, a empapelar y a repintar el mundo. ¿Lo dejan mejor?

Conocido ya el estado de las provisiones, ordenó las maniobras del ejército: las viejas se dedicaron a desplumar aves, las mozas a fregar y dejar como el oro peroles, cazos y sartenes, y un par de mozancones de la aldea, uno de ellos idiota de oficio, a desollar reses y limpiar piezas de caza.

Aquellas anchas y profundas tazas del refectorio, marcadas piadosamente con las iniciales de la sacra familia, J. M. J., ya no encerraban generoso vino, consolador de penas y fatigas, sino una especie de aguachirle semejante al de los barreños que en las tabernas sirven para fregar los vasos.

La moza que iba a barrer y fregar desapareció sin pedir un pico que le debían del salario, y el chulo que ayudaba a amasar y freír se despidió cobardemente: sólo Pepe permaneció allí día y noche, sin ir a jugar con los chicos del barrio ni ocuparse en otra cosa que cuidar a la muchacha.

Atareada todo el día en fregar pisos de casas ajenas, sólo de tarde en tarde podía ocuparse de su hijo, yendo a la tienda del maestro para enterarse de los progresos del aprendiz. Cuando volvía de la zapatería bufaba de coraje, proponiéndose los más estupendos castigos que corrigiesen al pillete. La mayor parte de los días no se presentaba en la tienda.

Y dejando a don Simón más turulato de lo que estaba, cogía S.E. a otro diputado y le decía algo que pudiera halagarle; mientras a Peñascales le agarraba un disidente, y pintándole con vivos colores la situación de la patria, y ofreciéndole en nombre de su partido torres y montones, ponía al Ministerio y a los ministeriales como trapos de fregar.

Y no ninguna labor delicada; no coser en fino; no bordo ni toco el piano. Tampoco pinto platos como esa Antonia, amiga de Villalonga, la cual está siempre de pinceles; yo apenas leer y no le saco sentido a ningún libro... ¿qué he de hacer?, fregar y limpiar. Con esto no me acuerdo de otras cosas. Me la comería pensó D. Evaristo, que la contemplaba embobado, sin decir nada.

Si aquella era un ángel vestido de persona, y esta... bien se ve que es una tía ordinaria, que viene acá dándose el pisto de repartir limosnas... ¡Señora!... ¡vaya una señora!... apestando a cebolla cruda... y con esas manos de fregar... Ahora se dan santas del pan pringao, y... ¡a cuarto las imágenes; caras de Dios a cuarto!».

Otras por caridad la siguieron empleando, aunque con menos frecuencia. Comenzó a pasar hambre y su hijo también. Un día fue despedida también de la única casa en que ya asistía. Basilisa le dijo la señora Usted no puede ya traer agua y fregar suelos. Se está usted matando y no consigue cumplir como es debido.