United States or Malaysia ? Vote for the TOP Country of the Week !


A fuerza de guardar sus sueldos, limpiar las alcancías cuando podía y desplegar toda su astucia para cazar propinas y estipendios, había llegado a juntarse sus buenos cincuenta y cinco mil pesos de la antigua moneda, los cuales, en billetes del Banco de la Provincia, dormían tranquilos en el fondo del inmenso baúl que lo acompañaba desde su tierra.

Por la mañana preparan los baños y limpian las escupideras; antes del almuerzo tocan instrumentos de metal; por la noche instrumentos de cuerda; y todo lo hacen gratis, pues no cuentan con otra remuneración que las propinas de los pasajeros. ¡Cualquiera se mete en concurrencia con estas gentes!... Pero ¿por que se entusiasman tanto los alemanes, Fernando? ¿Qué dice ahora el amigo Neptuno?

Llegó Navidad, llegaron esos días de niebla y regocijo en que Madrid parece un manicomio suelto. Los hombres son atacados de una fiebre que se manifiesta en tres modos distintos: el delirio de la gula, la calentura de la lotería y el tétanos de las propinas. Todo lo que es espiritual, moral y delicado, todo lo que es del alma, huye o se eclipsa.

Verdad es que en propinas, que allí llaman pour boire, se gasta más de la cuenta; pero créame usted, las da uno con gusto por verse tratado con tanta amabilidad. No oye usted más que pardon, pardon a todas horas. Pero entre las mil cosas que usted vio, Ponte, se olvida de lo mejor. ¿No vio usted a los grandes hombres? Le diré a usted.

Puede ganar hasta mil francos al mes y además las propinas: lo que tal vez no ganará usted nunca, profesor. Y acaba construyendo su «villa» en lo alto de Beausoleil, donde cuida su jardín viendo á sus pies el Casino, la casa de la buena madre... Todos comen, con tal que sepan callar y no se mezclen en lo que no les importa.

El jefe de la tribu daba órdenes y propinas; la señora, alta, carnuda, majestuosa, con el talle algo deformado por la maternidad, leía la guía de ferrocarriles a través de sus lentes de oro. Cerca de ella tres jóvenes elegantes, las hijas, y dos igualmente adornadas, pero de mayor edad: las cuñadas del señor.

Hoy se entregaban a un calavera rico, mañana a un señorito achulado, tal noche a un marido ajeno, tal otra a un pollancón estúpido; y total, alguna cena, algún traje, desempeñar a costa de uno lo que había de lucir con otro, y a la postre el rostro ajado y la juventud malbaratada: vida de moza mesonera, trajín constante, pocas propinas y vejez: mendiga.

Acabando de vestirse, empezó a dar trancos por la habitación, manoteando y hablando solo. «No, no, no... Si creen que me la dan, se equivocan. Lo más horrible es que mi tía es encubridora... Pues qué, ¿entraría nadie en la casa si ella no lo consintiera? Y Papitos también es encubridora. Buenas propinas se calzará. Pero ya te arreglaré yo, celestina menuda. Que no me vengan con tonterías.

Todos preferían servir en cafés ó alojamientos de continuo tránsito, seducidos por el azar de las propinas y el roce con las camareras de blanco delantal. Había improvisado un servicio de comedor con aquellos dos muchachos italianos de Bordighera cuyas familias estaban instaladas en Mónaco.

Yo serví a diversos amos, que me daban de comer y me permitían ir a la escuela. Yo guardaba mis propinas; yo compré una hucha.... Yo reuní para comprar libros.... Yo no cómo entré en los Escolapios; pero ello es que entré, mientras mi hermano se ganaba su pan haciendo recados en una tienda de ultramarinos....