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Actualizado: 12 de junio de 2025
Pero allí no había modo de escapar. O tirarse por una ventana, o esperar el nublado. El caracol estaba interceptado por el canónigo. Bismarck no tuvo más recurso que hacerse un ovillo, esconderse detrás de la Wamba, encaramado en una viga, y aguardar así los acontecimientos. Celedonio no extrañaba aquella visita.
Volaba el mail-coach por la carretera, dejando atrás los baños de San Juan, el caserío de Juin-Torrea emboscado en sus jardines, el convento de Santa Cruz encaramado en su monte, el palacio ruinoso de la Florida en que Juan Jacobo Rousseau en persona presidió más de un conciliábulo de enciclopedistas.
Cada balcón, cada ventana, cada tribuna, era un compacto racimo de damas y caballeros; además, numeroso gentío, encaramado quién sabe por dónde, recubría las techumbres; y todo aquello hormigueaba, hervía, zumbaba con la grandiosa palpitación de una multitud embriagada de sol y confundida en la misma impaciencia.
En cuanto dió unos pasos y echó una mirada á la casa, pudo ver á la escasa claridad de las estrellas el bulto de un hombre encaramado en el balcón del cuarto que ocupaba Flora. Acercóse solapadamente hasta ponerse debajo de él y oyó que llamaba suavemente y decía muy quedo: Flora... Florita...
El cansancio de la noche precedente, pasada en el baile del marqués de Butrón, le rindió bien pronto y durmióse al fin pensando en su madre, que le llevaba de la mano, como cuando era niño, al santuario de la Virgen de Regla, encaramado sobre un peñasco, dominando el mar que se confunde en el horizonte con el cielo, como si fuese imposible presentar dos imágenes distintas del infinito, y vuelve después, soberbio siempre y constante, a estrellarse contra las rocas de la costa, mugiendo como una desesperación eterna e impotente...
Rosalía logró abrirse camino por entre el elegante gentío; pero no pudo llegar hasta donde estaba la marquesa, que se había encaramado en el presbiterio, cerca de los curas.
Pues pasa que la mula de Su Santidad... ¡Dios mío! ¿Qué será de mí?... Pues pasa que la mula de Su Santidad... ¡se ha encaramado al campanario!... Pero, ¿ella sola? Sí, señor, excelso Padre Santo, ella sola... ¡Mire, mire, allá arriba!... ¿Ve Su Beatitud la punta de las orejas asomando?... Parecen dos golondrinas...
Palabra del Dia
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