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Recordaba haberlo visto repetidas veces en su vida y, en ocasiones, había regresado a su casa preocupado con aquel encontradizo, que se cruzaba con él, tan a menudo, en las puertas de la ciudad. ¿No sería el mismo personaje misterioso que había dado muerte al jabalí, en aquella partida de caza?...

De las calles vecinas iban llegando recién peinadas y coquetas las señoritas deseosas de que el novio se hiciera el encontradizo, las niñas ávidas de jugar y las mamás cargadas de devocionarios sujetos con gomas encarnadas.

No quise llamar a Matilde; pero espié sus pasos, y, cuando la vi en el patio, salí de mi cuarto metiéndome los guantes y me hice el encontradizo. ¿Va usted a dar un paseíto? me preguntó como si nos tratásemos hacía años. Voy a ver un poco las calles hasta la hora de comer... ¿Usted sabe dónde está un convento que se llama, según creo, del Corazón de María? le pregunté afectando gran indiferencia.

Don Andrés no quiso hacerse el encontradizo; confesó con franqueza que la estaba aguardando y la acompañó varias noches seguidas, aunque ella siempre lo repugnaba. Pasmosos fueron el arte que empleó Juanita y el ingenio y la energía de voluntad que supo desplegar para tener a raya a don Andrés y conseguir, sin romper con él por completo, que no se viniese a las manos.

El primo va a la casa todos los días, y la acecha cuando sale, para hacerse el encontradizo... Algunas tardes no parece por la tienda. ¿Tendrán citas? He aquí mi idea. Te juro que lo he de averiguar. Imposible que yo no lo averigüe. Aunque tuviera que perder mi colocación, aunque me quedara sin camisa que ponerme... ¡Qué infamia!

La anémica solía manifestar, al volver del paseo, el capricho de ir un rato a sentarse en los bancos del parque. Por lo regular, allí había gente, y alguno de los españoles de la colonia, conocidos de Perico o de Miranda, hacíase acaso el encontradizo, y las saludaba y dirigía algunas frases de ritual.

No podía hacerlo de otro modo, aunque sólo fuera por buena educación. , por eso contestó Freya sencillamente . Adiviné que me esperaba para hacerse el encontradizo, y no quise entrar en el comedor... Le advierto que siempre haré lo mismo. Ulises lanzó un «¡ahde asombro... Ninguna mujer le había hablado con tanta franqueza.

Doña Marcela me miró al fin con mal disimulada complacencia; yo le hablé, valiéndome de la tía Pepa que desde niño me conoce, y, al fin logré, que en una de estas últimas noches, que fue de las más calurosas del verano, doña Marcela saliese a la ventana a tomar el fresco. »Me hice como por casualidad el encontradizo y me puse a hablar con ella. No vayas a creer que es ninguna palurda.

Entonces doña Alvarez, levantando su bastón, dejolo caer sobre el cacharro, diciendo con voz baja y severa: La hija de un Blázquez no bebe en la rúa. La niña obedeció, y sonriendo a su antiguo galán, que se acercaba haciéndose encontradizo, murmuró dulcemente: El otro domingo vuelve mi padre de la corte. Vaya vuesa merced a saludalle.

Te haces encontradizo con ella... Para eso es menester que te levantes un día temprano... Ya sabes que va a misa a San Alberto... Le dices que has estado, con cualquier motivo... conmigo, por ejemplo, en el colegio del Corazón de María, que has hablado con Gloria y que consideras que no debe permanecer en el convento por esto y lo otro... Que no tiene vocación de monja, y que sería cargo de conciencia tenerla allí contra su gusto.