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Ana era, al fin, todo aquello que él había soñado, lo que una voz secreta le había dicho el día en que ella se había acercado por primera vez a su confesonario». Seguía el Magistral ocultándose a mismo las ramificaciones carnales que pudiera tener aquella pasión ideal que ya se confesaban los dos hermanos; no quería pensar en esto, no quería sustos de conciencia ni peligros de otro género, no quería más que gozar aquella dicha que se le entraba por el alma.

Sépalo el brillante Alejandro Dumas. Hubo tiempo en que los vasallos se confesaban para caminar; tiempo en que los bandoleros y asesinos empedraban el bosque de Bolonia, si el gran novelista me permite la palabra empedrar.

Su confesor, hasta que le retiraron las licencias, había sido D. Miguel. Se confesaban mutuamente, como acontece entre los clérigos. Con él fue con quien comunicó primero sus dudas. El viejo cabecilla quedó más sorprendido que escandalizado de ellas. Le parecían cosa tan insustancial que no merecía la pena de fijar mucho tiempo la atención. Los dogmas eran para él como las leyes físicas de la gravedad, la impenetrabilidad, etc. Se contaba con ellos sin pensar en su existencia. Todo el drama conmovedor de la pasión y muerte de Jesús lo miraba el párroco de Peñascosa en el fondo como una especie de romanticismo que sirve de acompañamiento obligado a la verdadera religión.

42 Con todo eso, aun de los príncipes, muchos creyeron en él; mas por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser echados de la sinagoga. 43 Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. 44 Mas Jesús clamó y dijo: El que cree en , no cree en , sino en el que me envió; 45 y el que me ve, ve al que me envió.

Oían tres misas y parte de una cuarta. Si era domingo confesaban, y después volvían á casa, quedándose generalmente doña Paulita en el locutorio á hablar de las llagas de San Francisco. Después hacían labor. Una vez al año visitaban á cierta condesa vieja que las conservaba alguna amistad á pesar de la desgracia. Llegada la noche, rezaban á trío por espacio de dos horas, y después se acostaban.

Un inmenso espacio de tiempo era empleado por estos indios en los ejercicios de iglesia, comulgaban á menudo, y por la mas mínima falta religiosa se les azotaba á ruego de ellos mismos como por cualquier delito ordinario . El Padre Eguiluz, hablando de la semana santa, dice que todos los individuos, sin distincion de edad, se confesaban y comulgaban.

Su nombre era célebre en todo el Mediterráneo español; hasta los hombres de mar más rudos é intratables confesaban su mérito. «¡Quedaba el amor!...» Pero Ferragut torció el gesto al pensar en él. Lo había conocido, y no deseaba encontrarlo otra vez. El amor suave de una buena compañera, capaz de iluminar la última parte de su existencia con una luz discreta, acababa de perderlo para siempre.

Habían arriado sus gavias, sus foques, su vela mayor, y huían con el viento de proa sólo con el aparejo de mesana; había sido amarrada la barra del timón, y los sesenta y tres hombres que componían las dos tripulaciones, estaban muy ocupados en el sollado poniéndose a bien con Dios. Como no había ningún sacerdote presente, se confesaban los unos a los otros.

Todos tuvieron su parte, los pobres que confesaban su miseria y los que la ocultaban, yendo cada limosna acompañada del mismo pequeño discurso. Esto proviene de los nuevos dueños de Longueval: dos americanas, madama Scott y miss Percival. Retened bien sus nombres y rogad por ellas esta noche.

Los historiadores de aquel tiempo, los oradores y poetas, agotaron los raudales de su elocuencia describiendo aquellas maravillas. Cuantos forasteros las visitaban en los dias de Al-hakem, cuando ya la nueva ciudad habia llegado á su apogeo, confesaban no haber otras semejantes en los vastos dominios del Islam.