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Pero es justo decir que el programa cristiano de conformidad con los males de la tierra, considerados como castigos del cielo por los pecados de los hombres, sólo atenuables por la oración, la penitencia y las peregrinaciones, ha sido superado en su acción enervante de la energía humana, por otra religión igualmente fatalista salida en el siglo VII de la misma cepa judía: "el islamismo, de la palabra islam, que significa resignación a la voluntad de Dios".

Huyen á mi extasiada vista de repente todas las importunas construcciones, reformas y mutilaciones consumadas por el fervoroso celo de los cristianos triunfadores para convertir en templo del Crucificado la suntuosa aljama; renueva mi enardecida mente las deslumbradoras escenas de la dominacion del Islam en la mas florida region de España, y llegan á mi embelesado oido los mágicos acentos que Azazil dirigió sin duda al hijo de los califas Abde-r-rahman ben Moavia, cuando á los treinta y un años de haber derrotado al rebelde Jusuf el Jehri en la famosa batalla de Musara, robustecido ya su poder con otras insignes victorias, hechos tributarios los cristianos de Castilla , desarmados los sediciosos walís de las provincias, y dilatada la fama de su fortaleza, de su clemencia y de su justicia desde la aterrada Cairvan hasta la amedrentada corte de Carlomagno , resolvió poner un espléndido sello á las obras aceptas al Todopoderoso, que hasta entonces habia llevado á cabo, erigiendo en su deliciosa Córdoba una casa de oracion que le asegurase un puesto en el Paraiso.

El piloto Lorenzo Fréitas, aunque sospechaba que Tiburcio no hablaba con seriedad, sino para embromarlos, se enojó y no quiso consentir que ni en broma se tildara de poco razonable la gloriosa y secular empresa de los portugueses, y habló así en su defensa: No es sólo la codicia mercantil la que nos ha llevado a la India, no es sólo el deseo de sobreponernos a la Señoría del Adriático, ni es sólo tampoco el afán de vencer al Islam, buscándole en la fuente misma de su mayor riqueza y despojándole de sus ocultos tesoros, lo que movió al Infante Don Enrique y ha movido después a sus sucesores a hacer cuanto han hecho.

Setenta y dos reyes rendían homenaje, feudo, obediencia y tributo al antiguo Preste Juan, real o soñado. ¿Por qué habías de ser menos y no tener a tu servicio otros setenta y dos reyes? Todo eso estaría muy bien dijo Morsamor . Aunque parezca fantástico e inasequible, yo me siento capaz de todo. Pero, ¿dónde están los brahmanes que quieran sublevarse y sacudir el yugo del Islam?

Pero entre el Islam y la Cruz la alianza es imposible, porque es preciso que el Occidente se prosterne bajo la ley del Profeta. Mira como por todas partes erigen templos á sus ídolos los sectarios de Jesus: sus reyes desafian tu poder fundando en sus estados basílicas y monasterios.

»Pero los hijos del Yemen han sombreado con el velo del Islam la parte mejor de la tierra, desde el Thibet hasta el Pirineo, y á impulso de la cimitarra de los fieles espiran el dragon imperial en los páramos de Sem , la escuela de Cristo en los verjeles de Japhet.

Mas, ay, que la sangre africana, aunque enciende la pupila y ennegrece las manos , es impotente para regenerar lo que los vicios asiáticos han corrompido. Las victorias de Almanzor solo significan que el poder pertenece momentáneamente á las razas bereberes, pero que el astro del Islam, antes deslumbrador, se aproxima á un ocaso preñado de tempestades.

Ceñido siempre el arnés de batalla, no punto de reposo á los enemigos del Islam, y mientras el Califa se hunde con la gloria de los Umeyas en su lecho de flores, hace él que sus soldados recojan cuidadosamente despues de cada refriega el polvo de sus arreos militares para que á su muerte no le sepulten en otra tierra que la recogida en sus innumerables victorias.

La población decrece en los sucesivos censos, aunque puede atribuirse á que no pocos coptós se hacen sectarios del Islam; la opresión y los malos tratos van aumentando contra los que no reniegan; y los tributos cunden y se agrandan poco á poco, hasta el punto de echar de menos los peores días del imperio bizantino. De todos modos, la cuestión es complicada y no debe decidirse de plano.

La madre instaló a la bellísima nuera en su propia cámara, formada de cristales y espejos, hasta que llegase el instante de las bodas; y en tanto que el Sultán recibía los homenajes y plácemes de sus alcaides, wazires y walíes, las Sultanas salieron a solazarse con las esclavas por los espaciosos y mágicos jardines, trasunto del imperio de Flora y compendio aventajado del Paraíso, por quien tanto suspiran los creyentes en el Islám.