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Las libertades municipales y el individualismo fecundo han hecho á esos pueblos laboriosos, reflexivos en todo, celosos de hacer respetar el derecho, íntegros y severos en el cumplimiento de todo compromiso.

Hace ya bastantes días profirió el joven, después de una pausa, con acento sombrío que debiera haber puesto las cosas en orden... Esa intimidad infundada, inconveniente, estúpida, de que haces alarde, delante de gente, de tener con el Duque, me cargaba ya hasta los pelos... Pero no quería dar mi brazo a torcer. Siempre parecen ridículos los hombres celosos.

Y los celosos desconfían de todo, y aun en el mismo sol ven sombras. El padre Aliaga hizo por lo mismo prender al cocinero mayor. Porque tenía celos. De modo que, el mísero de Francisco Martínez Montiño, estaba constantemente pagando pecados de otros.

Y doña Guiomar, levantándose con no pequeñas muestras de sobresalto, del cenador saliose llena de celosos cuidados, porque a solas dejaba con Miguel a Margarita; y más cuidosa hubiérase sentido doña Guiomar si en el alma de Cervantes pudiera haber leído; que éste creyó que doña Guiomar se encontraba en la mezquina y dura ocasión de una dama de poco más o menos, que estando al lado de un su enamorado, la visita de otro enamorado con quien tiene grandes respetos, y dejar de asistir a la cual no puede, la anuncian.

Entre , los comediantes, separados por el deseo de brillar, celosos unos de otros, se destrozan fieramente en una lucha taimada y sin cuartel: sus rivalidades personales rebasan los límites de los bastidores y les acompañan sobre el escenario, y allí se recrudecen.

Otra consistía en mostrarse celosos los unos de los otros y en obligar a sus respectivas damas a que declarasen en público sus preferencias. Si uno de ellos, convenidos entre anteriormente, regalaba una flor a Joaquinita, el amante de esta exigía que la arrojase al suelo y disimuladamente la pisase.

13 Que vosotros sabéis que por flaqueza de carne os anuncié el Evangelio al principio; 15 ¿Dónde está pues vuestra bienaventuranza? Porque yo os doy testimonio que si se pudiera hacer, os hubierais sacado vuestros ojos para dármelos. 16 ¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, diciéndoos la verdad? 18 Bueno es ser celosos en bien siempre; y no solamente cuando estoy presente con vosotros.

Entre la turba alegre de aquellas bellas orientales, y sobre los almohadones de damasco, se hallaba María o Zaida, como la nombraban los moriscos celosos, y que miraban en ella un vástago de sus pasados reyes. María sola descuidó el afeite de sus ojos, ya por despreciarlo como ocioso, o porque fiase más en el poderío de los suyos.

Las horas pasaban; a unos campos sucedían otros monótonamente iguales, repitiéndose sin cesar los accidentes del terreno, pareciéndose siempre en algo los caseríos, las granjas, los rediles vacíos, mientras sobre las lomas o en los cerros se divisaban, como puntos inquietos blancos y negros, las ovejas y cabras que corrían acosadas por los celosos perros.

Tales excitaciones fueron despreciadas; ¿por ventura, aquellos celosos administradores consentirían que se lesionasen los intereses «materiales» de la ciudad, descontando algunos metros de los que constituían el total del solar; equivalente á unos centenares de pesetas? ¡En cuanto á los intereses morales ... medrados estamos! ¿Quién para mientes en ellos, en esta época de tanto progreso y de tanta cultura?