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La expresión de sorpresa y de vergüenza no acababa de desaparecer por completo del rostro de Lucía; pero esto le prestaba aún más atractivo. La camelia encarnada tampoco se deslizaba de sus manos. Miguel, cada vez más dueño de mismo, se atrevió a hacerle seña de que la arrojase: la generala bajó los ojos sonriendo, pero no hizo caso.

En vano su hija le daba tormento doméstico para convertirle. Sólo conseguía hacerle llorar desesperado, como el infeliz rey Lear, o que montase en cólera y le arrojase a la cabeza algún trasto. Ella pasaba plaza de mártir, pero el mártir era él. Como don Santos había sospechado, Celestina no quiso darle , ni tila, ni nada; no había nada.

Otro de los que expresaban con más calor su indignación era Pppsicología: propuso que se diese parte a don Jaime y que se arrojase ignominiosamente a Marroquín del colegio, y que él se comprometía a desempeñar sus clases hasta fin de curso, mediante una corta gratificación; pero los compañeros se negaron a dar este paso.

También ha visitado la América, donde hay unos salvajes muy mansos que agasajan a los viajeros, y donde los ríos, grandísimos como todo lo de aquel país, se precipitan desde lo alto de una roca formando lo que llaman cataratas, es decir, un salto de agua como si medio mar se arrojase sobre el otro medio, formando mundos de espuma y un ruido que se oye a muchísimas leguas de distancia.

Aunque tan fervorosa y eficazmente rogaba, no se movió Dios esta vez á oir tan presto sus súplicas como lo había hecho en otras Rancherías, para que con la dilación del favor se arrepintiese el pueblo y arrojase de su corazón el odio y la venganza; por tanto ordenó el Padre que á la tarde se volviese á juntar el pueblo al pie de la misma cruz, y con aquella energía que comunicaba á la lengua un corazón abrasado del amor y celo, les declaró como Dios es juez de nuestras acciones, buenas ó malas, y que las castiga en esta ó en la otra vida, con penas á ellas proporcionadas; díjoles: Nuestro Señor Jesucristo está justamente airado con vosotros, ni quiere oir vuestras súplicas ni socorrer vuestras miserias, porque habéis sido causa de gravísimos daños que han padecido los Tapacurás y Manacicas; y porque habéis hecho guerras á vuestros parientes los Aruporecas, no perdonando á incendios y prisiones y la inhumana matanza de tanta gente, pide contra vosotros venganza al cielo.

Todos aquellos hombres de levita y guantes negros se postrarían delante de como ante un Cristo, un Mahoma o un Buda, si yo arrojase sobre ellos un puñado de cheques de mis ciento veinte millones de pesetas sobre los principales Bancos de Europa.

Apenas se pasaba día sin que no le arrojase de junto a con algún insulto que iba a clavársele en el corazón: en no pocas ocasiones le cerró la puerta o le tuvo aguardando horas enteras para dejarle entrar. Coincidió este desvío con frecuentar el cuarto de la guardilla un nuevo muchacho de los años de Miguel, pero gordo y crecido, y tan rubio y blanco como una inglesa.

Si el sultán vencía y caía con su tropa sobre el pueblo, todo estaba perdido. Las bombardas y falconetes que guarnecían la muralla, aunque puestos sobre rudos encabalgamientos o cureñas, y nada apropósito para que la puntería fuese certera, podían barrer la turba de amotinados que se arrojase al asalto de la fortaleza, circundada de foso profundo.

Tenía delante a la mujer adúltera; pero no podía ser él quien la arrojase la primera piedra. Margarita rompió el silencio, diciendo cariñosamente: ¿Qué es de usted? Vivimos bajo el mismo techo, y apenas nos vemos.

Si en aquel momento me hubiera dicho que abriese el balcón y me arrojase de cabeza a la calle, creo que no hubiera vacilado, hasta tal punto estaba mi corazón fanatizado de amor por ella en aquel momento. Haga usted de lo que quiera dije muy conmovido. Luciana respondió: Lo que yo quiero es un amigo. ¿Quiere usted serlo? No es bastante.