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Actualizado: 1 de junio de 2025


Alguna vez se le había arrojado a Mesía a los brazos una mujer loca de puro enamorada; pero estas aventuras eran muy raras. Además: si la mujer no fuera tan lasciva a ratos, las victorias escasearían; por amor puro se entregan pocas. Más hace la ocasión que la seducción. La seducción debe transformarse en ocasión».

Donna Olimpia ha querido que nuestra separación sea súbita y por sorpresa para ahorrarnos a todos el trance desgarrador de la despedida. Ella desea que Morsamor alcance grandes victorias, triunfos y laureles en la India; entiende que para esto perjudicaría a Morsamor si le siguiese y por eso le deja. Si él por un lado, ella también separadamente por otro, puede vencer y triunfar sola.

Cuando tienen una duda, me buscan por todo el barco o consultan la sabiduría gramatical de fraulein Conchita, su compañera de mesa... ¡Gente tenaz, que no conoce el cansancio ni el ridículo! Sus triunfos obscuros van a ser más positivos que las victorias de los feldmariscales de su ejército.

Al siglo XVI, á ese siglo en que ni el sol dejaba de alumbrar dominios españoles, ni su bandera de ondear doquiera hubiera una peña donde sustentar su grandiosa insignia; al siglo XVI, epopeya ante la cual, todo español vuelve los ojos engrandeciéndose con su grandeza; al siglo XVI, que veía pasar ante los misteriosos dientes de su grandiosa rueda, hazaña tras hazaña, conquista tras conquista; á ese siglo que parecía no acabaría de registrar en sus doradas páginas triunfos y victorias: á ese siglo, en que veneros de oro arrojaba el Nuevo Mundo, mundo del cual dice un célebre poeta invocando la gran figura de Isabel, que había en bancos de coral, rocas de perlas; á ese siglo que tiene un prólogo tan grandioso como el que dejó escrito con la punta de su espada, el invencible Gonzalo de Córdoba, siendo una de las letras de su epílogo el postrimer suspiro del que moría entre los sombríos y artísticos muros del Escorial, después de haber hecho temblar al mundo de Oriente á Occidente; á ese siglo en que, á imitación de los antiguos rituales, hacían renacer los aragoneses y catalanes la memoria de Rodrigo de Vivar, reproduciendo las solemnes fórmulas del juramento que hizo temblar á Sancho el Bravo; á ese siglo que compendia la edad de oro de nuestra literatura, á cuyo frente figuran genios como Lope de Vega y Cervantes; á ese siglo, en que un Carlos I recogía del suelo los pinceles del Ticiano; á ese siglo en que se incubaban en la mente de Blasco de Garay los primeros gérmenes que habían de crear esos gigantescos pulmones de hierro que en sus potentes transpiraciones de vapor horadan la roca, dividen las ondas y acortan el espacio; á ese siglo, en fin, le cupo la gloria de ver descubiertas á la nueva civilización las hoy llamadas islas Marianas, con todo el Archipiélago Filipino.

Ser grande hombre en este país es conveniente, porque está seguro de que su nombre será grabado en todas partes en mármoles y bronces, y se le erigirá una estatua, por lo menos, en medio de una plaza o en lo alto de algún friso entre victorias de mármol blanco.

«, bien encendido tenía el suyo Ana; no más, no más ídolos en la tierra. Amar a Dios, a Dios por conducto de la santa, de la adorada heroína de tantas hazañas del espíritu, de tantas victorias sobre la carne». Pensando en ella sentía a veces punzante deseo de haber vivido en tiempo de Santa Teresa; o si no: ¡qué placer celestial si ella viviese ahora!

Prosiguió ésta encendida é indecisa bastante tiempo. Por una y otra parte se peleaba con vivo ardor. Los de Lorío, engreídos por sus victorias pasadas y confiados en sus fuerzas, se lanzaban con impetuoso alarde sobre los de Entralgo.

La casa de Paco era un terreno neutral; el lugar más a propósito para comenzar en regla un asedio y esperar los acontecimientos. Don Álvaro lo sabía por larga experiencia. En casa de Vegallana había ganado sus más heroicas victorias de amor. Su orgullo le aconsejaba que no hiciera en favor de Ana Ozores una excepción que a todo Vetusta le parecería indispensable.

Si moris á manos de ese ejército, será con honor i con gloria. Si lo desbaratais, esas tierras i cuantas riquezas halleis en ellas serán de vosotros. Dios i nuestro arrojo pueden salvarnos solamente. En uno i otro tengo mi confianza. Acordaos de las pasadas victorias con que honrásteis á nuestra patria i á vuestro nombre.

Las repetidas victorias de los de Lorío los tenían acobadados y recelosos, sin gana alguna de emprender nueva quimera, aunque sus enemigos les daban para ello sobrado motivo. Es indecible el grado de orgullo y de insolencia á que éstos habían llegado.

Palabra del Dia

rigoleto

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