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Actualizado: 20 de junio de 2025


Cuando á las diez de la mañana volvímos á salir, el tiempo se habia serenado, y cada lago y cada nevera lejana reverberaba con esplendor, reproduciendo la magnífica iluminacion del cielo.... Küssnach, Immensée y el lago de Zug. La capital y el canton de Zug. Horgen y el lago de Zuric. Instituciones y condiciones sociales del Canton. La ciudad de Zuric, situacion y aspecto.

La supresion del sudor por enfriamiento es su carácter distintivo; en la manzanilla es producida por escitacion nerviosa y por emocion moral; en la pulsatila, por la aparicion de otro flujo, por metástasis; en la quina, por congestion cerebral ó por debilidad profunda, etc..... La dulcamara corrige el desórden patológico, reproduciendo el sudor, restableciendo las funciones de la piel.

La coleccion de cabezas los mas famosos bandidos ó criminales es tan variada como perfecta, por la exactitud de imitacion, que revela el gesto, la mirada, el pensamiento, los instintos y los sentimientos de cada individuo; reproduciendo con absoluta fidelidad todas las protuberancias, los perfiles y las especialidades de cada cabeza y cada faz humana que ha figurado en los fastos del crimen.

Después que se le aplacara el frío, sintió somnolencia, que la llevó a un delirio tranquilo, reproduciendo en su mente la escena aquella con varias adiciones de importancia. ¿Eran estas algo que con la prisa no pudo decir, pero que debió haber dicho, o eran simplemente desvaríos de su cerebro encendido por la calentura?... «¡Si creerá esta señora que no hay en el mundo más mujeres honradas que ella!... Que se le quite a usted eso de la cabeza. ¡Vaya con el modelo!... ¡A buena parte viene usted...! ¿Sabe usted, niña, que como a se me meta en la cabeza, le doy a usted honradez y virtudes por los hocicos hasta que no quiera más?

Magallanes, que al par que intrépido marino y valiente soldado, era profundo astrólogo; Magallanes, que seguía con los ojos de la ciencia la rotación de los astros, la dirección de los vientos y el movimiento de las corrientes; que sondaba los abismos en el mundo de su inteligencia al par que interrogaba las misteriosas é incompletas cartas marítimas del gran Behen, y recogía cuantas observaciones constantemente le presentaba en su camino su aventurera existencia; demarcó la verdadera situación de aquellas islas, colocándolas dentro de los meridianos que á España señalaban las cláusulas de la Bula de Alejandro VI, reproduciendo en un todo al servicio de la corte castellana, sus pasadas hazañas prestadas al soberano de Portugal, en la aventurada empresa del sitio de Malaca y en tantas otras á cual más arriesgadas en que tomó parte al servicio de Alburquerque en las comarcas orientales.

Al siglo XVI, á ese siglo en que ni el sol dejaba de alumbrar dominios españoles, ni su bandera de ondear doquiera hubiera una peña donde sustentar su grandiosa insignia; al siglo XVI, epopeya ante la cual, todo español vuelve los ojos engrandeciéndose con su grandeza; al siglo XVI, que veía pasar ante los misteriosos dientes de su grandiosa rueda, hazaña tras hazaña, conquista tras conquista; á ese siglo que parecía no acabaría de registrar en sus doradas páginas triunfos y victorias: á ese siglo, en que veneros de oro arrojaba el Nuevo Mundo, mundo del cual dice un célebre poeta invocando la gran figura de Isabel, que había en bancos de coral, rocas de perlas; á ese siglo que tiene un prólogo tan grandioso como el que dejó escrito con la punta de su espada, el invencible Gonzalo de Córdoba, siendo una de las letras de su epílogo el postrimer suspiro del que moría entre los sombríos y artísticos muros del Escorial, después de haber hecho temblar al mundo de Oriente á Occidente; á ese siglo en que, á imitación de los antiguos rituales, hacían renacer los aragoneses y catalanes la memoria de Rodrigo de Vivar, reproduciendo las solemnes fórmulas del juramento que hizo temblar á Sancho el Bravo; á ese siglo que compendia la edad de oro de nuestra literatura, á cuyo frente figuran genios como Lope de Vega y Cervantes; á ese siglo, en que un Carlos I recogía del suelo los pinceles del Ticiano; á ese siglo en que se incubaban en la mente de Blasco de Garay los primeros gérmenes que habían de crear esos gigantescos pulmones de hierro que en sus potentes transpiraciones de vapor horadan la roca, dividen las ondas y acortan el espacio; á ese siglo, en fin, le cupo la gloria de ver descubiertas á la nueva civilización las hoy llamadas islas Marianas, con todo el Archipiélago Filipino.

La tromba subió hasta la cumbre, envolvió completamente la montaña, oscureció cuanto habíamos visto, reproduciendo la noche con sus grandes horrores, y vomitó sus cataratas de granizo menudo y dardos de agua sobre la cima que el sol acababa de dorar con sus lenguas de fuego. Todos volvímos al hotel y solicitamos el sueño.

La casta antigua le llamó mago, por ejemplo; el mago inglés se llama cañon, pólvora, buque, lord, renta, capital; pero de cualquier modo es la antigua casta, el mago persa ó el brahman indio. Esto caerá, como cayó aquello, reproduciendo las sublimes palabras de Víctor Hugo.

Por la noche la pobre niña tenía un apetito voraz, y aunque su papá decía que el gazpacho no había quedado bien, a ella le gustó mucho, y tomose la ración más grande que pudo. Cuando se acostó, la pesadez del sueño infantil impedíale sentir las dificultades de la digestión de aquel fárrago que había introducido en su estómago. Sus nervios se insubordinaron y su cerebro, cual si estuviera comprimido entre dos fuerzas, la acción congestiva del sueño y la acción nerviosa, empezó a funcionar con extravagante viveza, reproduciendo todo lo que durante el día había actuado en él por conducto directo de los sentidos. En su horrorosa pesadilla, Isabel vio entrar a Milagros y hablar en secreto con su mamá. Las dos se metieron en el Camón, y allí estuvieron un ratito contando dinero y charlando. Después vino el Sr. de Pez, que era un señor antipático, así como un diablo, con patillas de azafrán y unos calzones verdes.

Ahí tienes lo curioso; hay parecido y más que parecido, porque reproduciendo fielmente las líneas de una cara, por ejemplo, transfiguran su expresión... Porque, mira, no hay un rostro humano que no tenga su nota poética, su faceta luminosa: la cuestión es dar con ella, encontrarla... pero no busques esa nota, esa faceta en el alma del modelo... allí no existe... donde está es en el ojo del pintor, del propio modo que por lo general todas las gracias de una amante están menos en ella que en la vista de su enamorado.

Palabra del Dia

rigoleto

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