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Después, el señorito cogió de una mano a María de la Luz, y sacándola al centro del corro, rompían a bailar las sevillanas, con una gallardía que provocaba gritos de entusiasmo. ¡La grasia e Dió! exclamaba el padre rasgueando la guitarra con nueva furia. ¡Vaya una parejita de palomos!... ¡Eso es bailá!

En suma, nosotros no conocemos otro pueblo más agradecido al Supremo Hacedor por las condiciones topográficas, hidrográficas y climatológicas con que le plugo favorecerle. Respecto a las etnográficas, la mayor ventaja que hemos podido apreciar es la hermosura y gallardía de las mujeres.

El sol había derretido su pintura; las tablas se agrietaban y crujían con la sequedad, y la arena, arrastrada por el viento, había invadido su cubierta. Pero su perfil fino, sus flancos recogidos y la gallardía de su construcción, delataban una embarcación ligera y audaz, hecha para locas carreras, con desprecio á los peligros del mar. Hasta de nombre carecía.

Lo de menos era en él, con ser mucho, el interés que sabía dar en pocas y pintorescas frases a las noticias que yo le pedía, por no satisfacerme las que me suministraban Chisco y su compañero, acerca de las grandes alimañas, sus guaridas en aquellos montes y la manera de cazarlas; los lances de apuro en que se había visto él y cuanto con esto se relacionaba de cerca y de lejos; sus descripciones de travesías hechas por tal o cual puerto durante una desatada «cellerisca» sus riesgos de muerte en medio de estos ventisqueros, unas veces por culpa suya y apego a la propia vida, y las más de ellas por amor a la del prójimo: lo demás era, para , su manera de «caer» sobre la montaña, como estatua de maestro en su propio y adecuado pedestal; aquél su modo de saborear la naturaleza que le circundaba, hinchiéndose de ella por el olfato, por la vista y hasta por todos los poros de su cuerpo; lo que, después de este hartazgo, iba leyéndome en alta voz a medida que pasaba sus ojos por las páginas de aquel inmenso libro tan cerrado y en griego para ; la facilidad con que hallaba, dentro de la ruda sencillez de su lengua, la palabra justa, el toque pintoresco, la nota exacta que necesitaba el cuadro para ser bien observado y bien sentido; el papel que desempeñaban en esta labor de verdadero artista su pintado cachiporro, acentuando en el aire y al extremo del brazo extendido, el vigor de las palabras; el plegado del humilde balandrán, movido blandamente por el soplo continuo del aire de las alturas; la cabeza erguida, los ojos chispeantes, el chambergo derribado sobre el cogote, la corrección y gallardía, en fin, de todas las líneas de aquella escultura viviente... ¡Oh! diéranle al pobre Cura en el llano de la tierra, en el valle abierto, en la ciudad, una mitra; la tiara pontificia en la capital del mundo cristiano, y le darían con ellas la muerte: para respirar a su gusto, para vivir a sus anchas, para conocer a Dios, para sentirle en toda su inmensidad, para adorarle y para servirle como don Sabas le servía y le adoraba, necesitaba el continuo espectáculo de aquellos altares grandiosos, de aquella naturaleza virgen, abrupta y solitaria, con sus cúspides desvanecidas tan a menudo en las nieblas que se confundían con el cielo.

Además, haciendo él mismo una lanza ligera con sus gallardetes y cordones, mostrole el modo de manejarla; y algunas noches, a la luz de una vela, le ejercitaba, por medio de su propia sombra, en bajar y subir la mano hasta el oído, para que aprendiese a embestir con gallardía.

Gallardo y su mujer mostrábanse en todas las fiestas con el rumbo y la gallardía de un matrimonio rico y popular: ella con pañolones que arrancaban gritos de admiración a las pobres mujeres; él luciendo sus brillantes y pronto a sacar el portamonedas para convidar a las gentes y socorrer a los mendigos que acudían en bandas.

Los Catalanes ejecutaban en los vencidos su rigor y furia acostumbrada en las guerras contra los infieles, que aquel dia en los Turcos todo fué desesperacion, ofreciéndose á la muerte con tanta determinacion y gallardia, que no se conoció en alguno de ellos muestras de quererse rendir, ó fuese por estar resueltos de morir como gente de valor, ó porque desesperaron de hallar en los vencedores piedad.

Duro se nos hace creer que quien hombreándose con lo más granado de la nobleza española, pues alanceó toros en presencia de la reina doña Juana y de su corte, adquiriendo por su gallardía y destreza de picador fama tan imperecedera como la que años más tarde se conquistara por sus hazañas en el Perú; duro es, repetimos, concebir que hubiera sido indolente hasta el punto de ignorar el abecedario, tanto más, cuanto que Pizarro aunque soldado rudo, supo estimar y distinguir a los hombres de letras.

Agreguemos que carece de fortuna y que, por consiguiente, su matrimonio es un matrimonio de amor. Reconócese un matrimonio de amor en que el novio aporta la fortuna y adopta el régimen de la comunidad: a esto se reduce el heroísmo del paladín moderno; puede arrepentirse de su gallardía más tarde, a la hora del divorcio.

Eso de que le llamaran canallita, le exasperaba... Vislumbró el presidio, como en sus sueños infantiles había vislumbrado otras veces el Cielo... Pero si el hambre y la sed le devoraban, ¿qué podía hacer más que entregarse? Y el guardia aquel era precisamente un hombre a quien Mariano admiraba mucho por su gallardía y su simpático rostro.