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Esta la rechazó con violencia, diciendo: «Haced saber á vuestra soberana que yo no ofrezco por nadie, ¿lo entendeis?». Con el dinero y la respuesta volvió la mensajera á la reina, quien en alto grado sintió un desaire tan marcado; mas tratando de refrenar su enojo, se contentó con pagar aquel con otro mayor, que era el no ofrecerla la salida de la iglesia antes que á la real comitiva.

Con el instinto maternal de los pájaros, tenía que pasarlo todo por su pico antes de que lo tragase el pequeñuelo. Llevábase la cuchara a la boca, soplaba en ella, la acariciaba con el aliento, y sólo tras de esta purificación se decidía a ofrecerla a su hijo, que, echando atrás la cabezota de pelos sedosos, mostraba sus encías desdentadas, su paladar sonrosado, de una palidez anémica.

Abrazóle Anselmo tierna y amorosamente, y agradecióle su ofrecimiento, como si alguna grande merced le hubiera hecho; y quedaron de acuerdo entre los dos que desde otro día siguiente se comenzase la obra; que él le daría lugar y tiempo como a sus solas pudiese hablar a Camila, y asimesmo le daría dineros y joyas que darla y que ofrecerla.

A Pérez le gustó Valeria desde que la conoció; pero no se atrevió a requebrarla ni poner seriamente en ella la esperanza, considerando que ambos eran pobres. La muchacha no tenía nada: él, sólo su haber de capitán. ¿Qué ventura podía ofrecerla? Ni siquiera comunicó a Gutiérrez la simpatía que le inspiraba Valeria.

Me apeé de un brinco; y sin cuidarme del caballo, comencé, mientras andaba hacia ella con el sombrero en la mano, a deshacerme en excusas, a explicarla el suceso... Yo tenía muchísimo gusto en ponerme a sus pies, en conocerla personalmente, en ofrecerla mis respetos; pero esto lo hubiera hecho... pensaba hacerlo, a otra hora menos intempestiva... a mi vuelta por la tarde... la culpa era de aquel diablillo que, sin darme tiempo para explicarme, se había apresurado a llamarla...

Su mujer, Gregoria, ostentaba las joyas de una reina, que los amigos del omnipotente socio de S. E. se apresuraban a ofrecerla el primero de año o el día de su santo; y sus hijas, Susana y Angelita, no bebían las perlas disueltas en el vino de sus comidas, se decía, porque no les daba la gana.

Es el álbum un ara consagrada Al candor, la virtud y la belleza, Donde ella, reclinando su cabeza, Melancólica piensa en lo que fué: Allí llega el poeta y el artista Para quemar su incienso á la hermosura, Para ofrecerla alguna rosa pura Que ella en su seno secará tal vez.

Ora entornaba los párpados con desmayadizo temblor, como si respirara un perfume doloroso; ora los abría desmesuradamente; y resumiendo, a la vez, su boca de carmín, parecía ofrecerla a un galán imaginario, como confitada fresa, como incitante golosina purpúrea. La dueña la preguntó casi al oído: ¿Pasó por esta calle? ¿De quién decís? repuso la niña. De Gonzalo. ¿Lo yo acaso? que debió.

Colaboró en "El Comercio", "El Resumen" y "El Bello Sexo", y fué uno de los fundadores de "La Moda Filipina", periódicos todos de Manila. , tierna y fragante rosa, llena de encanto nacida, el aroma que en anida a ofrecerla bondadosa. Cual amante mariposa, de nieve y carmín teñida, besa su boca encendida y en su cabellera posa.

Pasaron días, y los deseos de mi amigo fueron satisfechos. Mi amigo tuvo brea en gran abundancia; pero como, en realidad, él no necesitaba la brea para nada, al verse lleno de ella se puso a ofrecerla. ¿Quién quiere brea? dijo . Yo puedo venderla en excelentes condiciones. ¿Vende usted brea? le preguntó un señor .Pues yo le compro a usted trescientas toneladas.