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Pasaron días, y los deseos de mi amigo fueron satisfechos. Mi amigo tuvo brea en gran abundancia; pero como, en realidad, él no necesitaba la brea para nada, al verse lleno de ella se puso a ofrecerla. ¿Quién quiere brea? dijo . Yo puedo venderla en excelentes condiciones. ¿Vende usted brea? le preguntó un señor .Pues yo le compro a usted trescientas toneladas.

Esta substancia tiene ya cien aplicaciones en la vida diaria y, a medida que aumente el conocimiento de sus posibilidades, irá extendiéndose su utilidad. El asfalto, betún o brea mineral, en su estado natural es amorfo, de color negro que tira a moreno, lustroso, y se compone de varios hidrocarburos, cuyas proporciones varían según la localidad donde se obtiene el mineral.

Yo tengo en Bilbao un amigo que se compró a mismo trescientas toneladas de brea. No se trata de un bilbaíno, sino de un madrileño. A poco de llegar al café del bulevar, este chico dijo que necesitaba brea. En Maxim's hubiese pedido whisky, pero en el café del bulevar se le desarrollaron apetitos de más importancia. Quería brea, muchas toneladas de brea, y cuanto antes, mejor.

Y se arrojó sobre los penados, sobre el sargento y sobro la brea, Tragomer y Jacobo estaban fuera. ¡Apuntémonos dos bazas! dijo Cristián en un acceso de alegría. Ahora no tenemos tantas probabilidades en contra nuestra. Es preciso llegar á la playa para escondernos y esperar la chalupa para llegar á bordo. Volvieron la espalda al muelle y á la población y se dirigieron hacia el mar.

El de este distrito es muy montuoso, en particular la cordillera que se detrás de la línea de colinas inmediatas á la playa. La vegetación es asombrosa y se encuentran excelentes maderas de construcción como la Narra, Molave, Ipil, Bacaguan, Pagatpat, Guijo, Mangachapuy, Bancal, Palomaria y otras muchas. También se recoge gran cantidad de miel, brea y almáciga. Industria.

«Un marino» no era capitán, ni contramaestre, ni simplemente marinero; era, por precisión, tercero, ó examinado de segundo, ó, á lo sumo, piloto en efectividad. Cuando estudiaba en el Instituto, no se había embarcado jamás, y, sin embargo, ya era tostado de color y cargado de hombros, y se balanceaba al andar...; en fin, ya olía á brea y alquitrán.

Llegaron á la verja y tuvieron la suerte de encontrarse con una cuadrilla de penados que volvían del trabajo. El vigilante, muy ocupado en contar sus hombres, juraba como un carretero porque dos penados acababan de verter delante de la puerta un tonel de brea líquida que apestaba la atmósfera. ¡Ah! Los muy marranos... ¡Lo han hecho á propósito! aullaba el vigilante.

Al pasar por en medio de ellos se siente un fuerte olor de brea, sal y otras materias que revelan desde el primer instante el género de ocupación de estas gentes.

La humedad y el sol iban abriendo las maderas y derritiendo la brea; todos los hierros y argollas se hallaban roídos por el orín; la rueda del timón giraba todavía, chirriando; no se tocaba nada que no se desmoronase; algunos manojos de maromas, como serpientes enroscadas, se pudrían sobre cubierta.

Cortado este vicio, se dedicarían á la labranza, en atención á que solo les falta el tiempo que invierten en el juego; carabaos y tierra les sobra. Las vacas que se crían en la jurisdicción de Catanauan son de las más grandes que hay en Filipinas. Lo mismo que en Catanauan acaece en Mulanay, pueblo de 200 vecinos, que viven con el producto de la brea, con la que pagan el tributo.