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Actualizado: 2 de julio de 2025
La agricultura de Pagbilao está circunscrita á la siembra del arroz, del que cogerá unos 7.000 cavanes. Produce café y cacao. Cría algunas vacas, y sus naturales se dedican á la pesca, que venden en Tayabas y Lucban. De la isla de Capuloan extraen brea blanca. El pueblo de Macalelong, con su visita llamada Pitogo, consta de 200 vecinos.
Estamos en pleno versículo XVII, capítulo VII del «Génesis». En el caso de que estas aguas del cielo no cesaran, yo deduzco que las intenciones de Jehová para con este país son diluvianas, y no juzgándome menos digno de la Gracia y de la Alianza divina que lo fué Noé, voy a comprar madera y brea y a hacer un arca según los nuevos modelos hebraicos y asirios.
Por Dios, ten mucho cuidado; no tengamos aquí otra como la del año pasado, que empalmaste cuatro catarros y por poco pierdes el curso. No olvides de liarte un pañuelo de seda en la cabeza, de noche, cuando te acuestes; y yo que tú empezaría a tomar el agua de brea... No hagas ascos. Es bueno curarse en salud. Por sí o por no, mañana te traigo las pastillas de Tolú».
Si alguna señorita se olvidaba del moño colorado, la policía le pegaba gratis uno en la cabeza ¡con brea derretida! ¡Así se ha conseguido uniformar la opinión! ¡Preguntad en toda la República Argentina si hay uno que no sostenga y crea que es federal...! Ha sucedido mil veces que un vecino ha salido a la puerta de su casa, y visto barrida la parte fronteriza de la calle, al momento ha mandado barrer, le ha seguido su vecino, y en media hora ha quedado barrida toda la calle entera, creyéndose que era una orden de la policía.
A algunas solía desnudarlas de medio cuerpo arriba, les untaba con miel el pecho y la espalda y las emplumaba; a otras les cortaba el pelo o lo untaba de brea y luego se lo pegaba a la espalda. Ande usted, señora dijo Martín , que no les pasará nada. Pero, ¿adónde? preguntó ella. A la posada, que está aquí cerca. La joven nada dijo, pero lanzó a Martín una mirada de odio y de desprecio.
Puso Méndez su canoa a monte, le echó una quilla postiza, la dio de brea y sebo, clavó en la proa y la popa algunas tablas para que no se entrase el mar, como lo haría siendo rasa, montó un mástil con su vela y metió los mantenimientos necesarios para él, otro cristiano y seis indios, pues la canoa sólo podía cargar ocho personas.
Hacía un calor espantoso; el cielo ardía implacable, sin una nube, como una cúpula roja; no se movía ni una brizna de viento; las velas, desinfladas, caían a lo largo de los palos; el mar, como un cristal fundido, reverberaba una claridad tan cruel que le dejaba a uno como ciego. En la cubierta, la brea se derretía; los pies se nos quedaban pegados; hacía un vaho de calor imposible de resistir.
Echadme trozos de cuerda dijo Recalde. Le echamos todos los que pudimos encontrar, y fue rellenando la abertura hasta cerrarla por completo. Como las cuerdas estaban empapadas en brea, servían muy bien. Después, cuando concluyó de cerrar la vía de agua, dijo: Dadme la ropa. Le echamos la ropa, y se fue vistiendo despacio.
Convinieron el precio y firmaron un documento. Pero el comprador no compraba por su cuenta, sino por cuenta de un señor a quien, quince días antes, le había oído decir que quería brea. Y este señor resultó ser precisamente mi amigo, el cual, siendo vendedor de sí propio, no pudo robarse gran cosa y sólo perdió la comisión.
Algunas veces llegaba hasta el río, pero no ofrecía variantes el espectáculo: el agua amarillenta siempre estaba removida en sentido contrario a la corriente, por la marea que hasta aquella región alcanzaba; el aire cargado de humedad, saturado de las emanaciones de la brea, del cáñamo y de las tablas de pino.
Palabra del Dia
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