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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Dos ó tres jornadas más allá empezaría su descenso hacia el Pacífico. «Debo estar cerca de la difunta Correa», pensó. Conocía de fama á la «difunta Correa», como todos los hijos de la tierra de Salta. Era una pobre mujer que se había lanzado á través del desierto á pie y con una criatura en los brazos.

Cuando llegase la paz, no por esto se retiraría del mar. Quedaba mucho que hacer. Empezaría entonces la guerra comercial, la áspera rivalidad por conquistar los mercados de las naciones jóvenes de América. Planes audaces y enormes se esbozaron en su cerebro. En esta guerra tal vez fuese caudillo.

Plaudite cives, decía al fin, et ruant masones, turba mentecatorum. Concluía este párrafo diciendo que pronto empezaría la corrida en los campos de batalla, y exclamaba: Cedant cornu armae. No nos ocuparemos del resto de la composición porque su contenido es demasiado extenso y quizás harto desenfadado. Para completar su obra, el pícaro estudiante satirizó también al Comisario de Cruzada, Sr.

Luego de la comida iba a efectuarse en el salón el reparto de premios a los triunfadores en los juegos olímpicos y a las señoritas que se habían presentado con mejores disfraces en la fiesta del paso de la línea. Después de esta ceremonia empezaría el concierto, para el cual venían haciéndose tantos preparativos desde una semana antes.

Pues yo digo que todos estos torneos y melindres son pura niñería, gruñó Tristán de Horla. ¡Por la cruz de Gestas! No sino dejad que me vinieran á con lancitas y puyazos.... ¿Pues cómo combatirías , Tristán? preguntaron algunos. Varios modos hay de hacerlo, replicó el gigante reflexionando; pero me parece que yo empezaría por romper mi espada. Eso es lo que todos procuran hacer. ¡Ah, no!

Por Dios, ten mucho cuidado; no tengamos aquí otra como la del año pasado, que empalmaste cuatro catarros y por poco pierdes el curso. No olvides de liarte un pañuelo de seda en la cabeza, de noche, cuando te acuestes; y yo que empezaría a tomar el agua de brea... No hagas ascos. Es bueno curarse en salud. Por o por no, mañana te traigo las pastillas de Tolú».

El maldito hábito de la timidez era la causa de aquel silencio estúpido. Porque la mirada de doña Lupe ejercía sobre él fascinación singularísima, y teniendo mucho que decir, no lograba decirlo. «¿Pero qué diría yo?... ¿Cómo empezaría yopensaba fijando la vista en el retrato de Torquemada y su esposa, de bracete.

Si tuviera agua en abundancia, se pondría al instante a lavar toda la casa; pero desde el siguiente empezaría. Vio que la reja daba a un balconcillo o terraza, y al punto determinó poner allí todos los tiestos de flores que cupiesen. La vista del cuadrilátero de la plaza era bonita, despejada y alegre.

Mientras tanto, los concurrentes se limitaban á hacer suposiciones sobre la fecha en que el tren empezaría á detenerse allí con regularidad, apostando cajones de botellas de champaña á favor de un mes ó de otro. Ciertos grupos conversaban aparte, sin sentirse atraídos por el baile ni por las mujeres agregadas al establecimiento del Gallego, en el que se vendían lo mismo el alcohol y el amor.

Adriana leyó esta esquela y fue temprano, según los deseos de Charito. Pero en seguida le pidió que no llamara a Muñoz. Se sentía poco dispuesta para resolver tan grave asunto: comprendes que yo empezaría por hablar alocadamente, como la otra vez, y toda reconciliación sería ya imposible, porque se trata, según creo, de una entrevista "naturalmente definitiva"...

Palabra del Dia

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