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En mi mismo pueblo de Horla recuerdo á dos cazadores á quienes sacaron los ojos por matar esos animales. Confieso que no me fuisteis muy simpático la primera vez que os y , pero desde entonces he aprendido á estimaros y ¡por la cruz de Gestas! no quisiera ver el cuchillo de los guardabosques jugándoos una mala partida.

Bien pudieran abrirnos el palenque á los arqueros y ¡por la cruz de Gestas! que sería cosa de ver cómo descoyuntábamos á cinco arqueros gascones. Ó cómo otros tantos hombres de armas baldábamos á igual número de soldados de esta tierra, dijo Reno. ¿Quiénes son los mantenedores ingleses? preguntó Golvín.

Don Cleofás, que los vió palotear y echar espadañas de vino y herejías contra lo que había dicho su camarada, acostumbrado a sufrir poco y al refrán de «quien da luego, da dos veces», levantando el banco en que estaban sentados los dos, dió tras ellos, adelantándose el compañero con las muletas en la mano, manejándolas tan bien, que dió con el Francés en el tejado de otra venta que estaba tres leguas de allí, y en una necesaria de Ciudad Real con el Italiano , porque muriese hacia donde pecan, y con el Inglés, de cabeza en una caldera de agua hirviendo que tenían para pelar un puerco en casa de un labrador de Adamuz; y al Tudesco, que se había anticipado a caer de bruces a los pies de Cleofás, le volvió al puerto de Santa María, de donde había salido quince días antes, a dormir la zorra . El Ventero se quiso poner en medio, y dió con él en Peralvillo , entre aquellas cecinas de Gestas, como en su centro.

¡Bravo! gritaron todos á una voz, chocando y vaciando sus vasos. ¡Bien dicho, frailecico mío! exclamó un vozarrón sonoro, á tiempo que una pesada mano caía sobre el hombro de Roger. Volvióse éste y vió á su lado á Tristán de Horla, su compañero de claustro, expulsado de la abadía aquella mañana. ¡Por la cruz de Gestas! Malos días se le preparan á Belmonte, continuó el fornido exnovicio.

¡Bravo, Yonson! exclamaron los arqueros. ¡Cuatrocientos veinte pasos! dijo un ballestero que con Arnaldo acababa de medir la distancia exacta y llegó corriendo al grupo. Pues ahora veréis cómo vuela un buen dardo del Brabante, dijo tranquilamente el ballestero. ¡Por la cruz de Gestas! gruñó Tristán, ha caído cerca de la quinta pica. ¡No, más allá, más allá! gritaron entusiasmados los flamencos.

beben las almas graves y tranquilas el vino del ensueño y la quimera en el cálido vaso de la tarde. Octubre, 1908. Isla de los tesoros, Mindanao, isla fuerte de cristianos y moros, grande bajo el aliento del polífono mar; isla de bravas gestas y pugnas legendarias, que tiene por reductos las selvas milenarias y por vivac inmenso el campo secular.

Las almas sensibles y creyentes continuó Fernando paladearon las gestas del místico guerrero Perceval y los amores del caballero Tristán de Leonis con la infortunada reina Iseo, historias de amor y de muerte de los trovadores medievales, que en nuestros días ha remozado Wagner como argumentos de sus poemas... Las veladas en ventas y mesones discurrían ligeras en torno del candilón, que trazaba un círculo rojo sobre las páginas de la maravillosa historia impresa.

Pues yo digo que todos estos torneos y melindres son pura niñería, gruñó Tristán de Horla. ¡Por la cruz de Gestas! No sino dejad que me vinieran á con lancitas y puyazos.... ¿Pues cómo combatirías , Tristán? preguntaron algunos. Varios modos hay de hacerlo, replicó el gigante reflexionando; pero me parece que yo empezaría por romper mi espada. Eso es lo que todos procuran hacer. ¡Ah, no!

¡Oh, España! ¡Porque en tu alma nos enlazas, Que te troven su amor todas las razas! ¡Y pues sus grandes gestas altaneras Creó el mundo al calor de tus leones, Que te echen flores todas las naciones, Y que te besen todas las banderas!

Generación que naces poseída de nuevos entusiasmos y virtudes, y en el contacto de la nueva vida tus energías vírgenes sacudes; Viril generación, , que te empinas sobre el nivel de las doradas cuestas, y abriendo en cruz los redentores brazos, en un raudal de luces iluminas el éxito de tus pasadas gestas y el porvenir de los presentes lazos; depón el ceño, olvida los prejuicios de los antiguos días en que vives, ¡oh, , generación que te apercibes, una salmodia fraternal levanta, para más generosos sacrificios! y en medio de esta fatigosa fiebre un tierno epitalamio, que celebre la institución real y pontificia de esta Universidad tres veces santa, tres veces secular.