United States or Senegal ? Vote for the TOP Country of the Week !


«Yo creí que dormías. ¿No tienes sueño? Pues charlaremos de cosas agradables». Como quieras. Pero más vale que te acuestes, y dejes las cosas agradables para mañana. No... de seguro que te gustará lo que voy a decirte. Espera un poco. Recogió todos sus paquetes y el cuchillo, y trasladándose a la silla que estaba junto a la cama, lo puso todo sobre la mesa de noche.

Por Dios, ten mucho cuidado; no tengamos aquí otra como la del año pasado, que empalmaste cuatro catarros y por poco pierdes el curso. No olvides de liarte un pañuelo de seda en la cabeza, de noche, cuando te acuestes; y yo que empezaría a tomar el agua de brea... No hagas ascos. Es bueno curarse en salud. Por o por no, mañana te traigo las pastillas de Tolú».

Cuando quedaron solos marido y mujer, después de conseguir, no sin trabajo, que Visita renunciara a sacrificarse quedándose a velar a su amiga, Ana volvió a solicitar los brazos del esposo y le dijo con voz en que temblaba el llanto: No te acuestes todavía, estoy muy asustadiza, te necesito, estáte aquí, por Dios, Quintanar....

Permanecía en pie en medio de la habitación, como una estatua, contemplando la figura lastimosísima de su marido, sin atreverse a preguntarle nada ni a pedirle una aclaración sobre las extrañas cosas que revelaba. «¡Por Dios y por tu madre! dijo al fin movida del cariño y del miedo , no me cuentes más. Es preciso que te acuestes y procures dormirte. Cállate ya».

Toma el calmante que voy a recetar; cuando te acuestes, una horchata, y por la mañana, leche de burra y dirigiéndose al duque : mi obligación me fuerza, mal que me pese, a ausentarme, señor duque. Y volviendo a recomendar a su mujer el sosiego y el reposo, Stein se retiró, haciendo al duque un profundo saludo. El duque, sentado enfrente de María, la miró largo tiempo.

Si obedeces á mamá y vas con mademoiselle al Bosque, esta noche cuando te acuestes te contaré un cuento muy largo... ¡muy largo! Carlitos aceptó la promesa, dejándose llevar por la institutriz sin nuevas rebeldías. ¡Ya se fué el déspota! dijo Robledo, fingiendo una gran satisfacción al verse libre de él. Celinda sonrió agradecida.