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Mucho antes de conocerla, ya su anhelo de ideal, apartándole de los afectos comunes, había tomado un camino casi místico hacia la adoración de aquel cierto tipo porteño cuya originalidad le asombrara y sedujera como una fina revelación.

¿Cómo que no? interrumpióme Neluco . ¿La conoce usted a fondo por si acaso? No, señor le respondí. ¿Y le parece a usted añadió poco entretenimiento el de estudiarla de ese modo, no sólo para conocerla, sino para mejorarla? Porque a usted le hemos de exigir también prosiguió el mediquito bromeándose , que la mejore, y la mejorará seguramente.

La piedra preciosa figuraba en los documentos de la familia, pero el abuelo don Horacio no había alcanzado a conocerla. Desapareció en el curso de los siglos, como tantas riquezas barridas por los apuros de una casa ostentosa. Los Febrer preparaban un refresco para la armada, a nombre de Mallorca, pero costeado en gran parte por ellos.

Cerca ya de él, le alcanzó Leto y le dijo: Lo que acaba usted de saber en la botica no es ni sombra de la verdad; y como quiero que usted la conozca, porque me parece que debe de conocerla, y aquí no podemos hablar en reserva, lléveme usted a su casa, si tiene un cuarto de hora disponible.

Felizmente llegó Pablito con Ventura, que se habían rezagado, y nuestro joven saludó al primero afectuosamente y dirigió a la segunda una ceremoniosa cabezada. Pablo sonrió. Qué, ¿no la conoces? Es mi hermana Ventura. ¡Oh! ¿Cómo había de conocerla? Es una mujer... ¿Cómo está usted, Ventura? La niña le alargó la mano mirándole con expresión maliciosa y burlona que acabó de desconcertarle.

¡Dios mío! dijo como si hablase con ella misma. ¡Qué tristeza y qué alegría al mismo tiempo! Esto es muy hermoso. ¡Pero esa mujer!... ¡esa pobre mujer! Hace ya años que la veo así, dijo Rafael, fingiendo conocerla mucho, a pesar de que hasta entonces rara vez se había fijado en la pobre hortelana. Todos los de su clase son gente muy especial.

Se propuso que don Quintín no saliese a provincias con Cristeta, y he aquí cómo lo consiguió. Una tarde en que su amada no tenía ensayo, fue a la puerta del teatro, esperó a que saliesen las coristas, y siguió de lejos a una con quien en otro tiempo tuvo una aventurilla, y de la cual, por haberse mostrado generoso y conocerla bien, podía fiarse.

Celebró conocerla y alabó con insistencia, casi con inoportunidad, el espíritu singular que revelaba el modo de mirar que Adriana tenía. Pero después, aun cuando ambos se prometieron amistad, según el tono de galantería que la plática tuvo, no habían vuelto a encontrarse.

Conocerla luego y sentirse impresionado fue todo uno, por más que ella se mostrase silenciosa, esquiva y casi descortés... ¡Hacía dos años que el pobre capitán, solo y sin familia, no veía más que las indias y las gauchas del campamento!

Las flores parecían conocerla, y en un susurro le iban diciendo cuando cerca de ellas pasaba: "Adórnate conmigo, linda niña, adórnate conmigo;" y para darles gusto, Perla cogió violetas, y anémonas, y columbinas, y algunos ramos verdes, y se adornó los cabellos, y se rodeó la cintura, convirtiéndose en una ninfa infantil, en una tierna dríada, ó en algo que armonizaba con el antiguo bosque.