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La primera cabezada del sueño hízole dar con las narices en la mesilla de noche, y el libro rodó por el suelo: inclinóse, sin embargo, a recogerlo, porque el capítulo era interesante y quería terminarlo. A poco, un fuerte olor a trapo quemado llegó a sus narices, haciéndole incorporarse con sobresalto, temiendo los riesgos de un incendio.

Después hablaremos de estas rociadas, amigo Cornias... ¡Buena cabezada! Gracias que dimos en blando... La arribada ahora... Dos tablas, y sin carnero a bordo... ¡y qué andar, carape!

A ver, Ricardo... ¡salta! El malacara, parado al borde de la zanja, cuya profundidad no llegaba a medio metro, juntó las cuatro patas y a una incitación de su jinete, saltó con él, que se había tomado prolijamente de la cabezada de su montura y que experimentó, después del salto, la grata sensación de conservarse en ella. Ahora ...

Cogió el sombrero y el bastón de puño de oro; saludó con una cabezada al Magistral y salió murmurando: A lo menos San Simeón Estilita estaba sobre una columna, pero no era una columna... de este orden; no era un estercolero. Doña Lucía se presentó y con un gesto displicente contestó a las palabras de su primo que había oído desde lejos: Es un loco, hay que dejarle.

Felizmente llegó Pablito con Ventura, que se habían rezagado, y nuestro joven saludó al primero afectuosamente y dirigió a la segunda una ceremoniosa cabezada. Pablo sonrió. Qué, ¿no la conoces? Es mi hermana Ventura. ¡Oh! ¿Cómo había de conocerla? Es una mujer... ¿Cómo está usted, Ventura? La niña le alargó la mano mirándole con expresión maliciosa y burlona que acabó de desconcertarle.

Il a tout, il a l'art de plaire, Mais il n'a rien s'il ne digère. Abriose la puerta y entró en la sala un joven flaco, que saludó a los circunstantes inclinando la cabeza. Las dos señoras, sentadas en el diván de damasco amarillo, y el caballero de luenga barba, situado al pie del balcón, le examinaron un momento sin curiosidad, contestando con otra levísima cabezada.

Los Vélez, escurridos y lacios de vestido y de carnes, pasaron de largo hacia la izquierda, saludando con una cabezada muy ceremoniosa. Las chaparrudas Carreñas, hechas un brazo de mar, pero de mar siniestro y bravo, saludaron con los abanicos y carraspeando, y se fueron por la derecha.

Ido tardó mucho tiempo en apoyar esto, por ser quien era; pero Izquierdo le apretó el brazo con tanta fuerza, que al fin no tuvo más remedio que asentir con una cabezada, haciendo la reserva mental de que sólo por la violencia daba su autorizado voto a tal barbaridad.

Izquierdo lo rompió dando fuerte golpe en la mesa con el mango del cuchillo, y diciendo: «¡Re-hostia con la Repóblica!... ¡Vaya una porquería!». Ido asintió con una cabezada. «¡Repoblicanos de chanfaina... pillos, buleros, piores que serviles, moderaos, piores que moderaos! prosiguió Izquierdo con fiera exaltación .

Forzadas á respirar cada quince minutos, aunque tenga hecha provisión de aire que baste para algunos momentos más, se exponen grandemente bajo aquella enorme costra que tiene apenas algunos respiraderos. Si no los hallan á tiempo, es tan sólida y compacta dicha costra, que no hay fuerza capaz ni cabezada que pueda romperla. Allí pueden ahogarse con la misma facilidad que Leandro en el Helesponto.