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»Por lo demás, ¡qué carape! en casos tan excepcionales como éste, las sospechas de cierto género son casi de necesidad. ¡Si a mismo me asaltan algunas veces!

Conque aténgase usted a eso, y a nada más que eso... ¿Estamos? ¡Carape, cómo electrizaban a Leto aquellas monaditas de la sevillana! De pronto la dijo: ¿Ve usted aquel rizadillo gris que tiene la mar allá lejos y viene avanzando hacia nosotros? Pues es el polvo que levanta la brisa en el camino que trae... ¡A qué paso viene!

Recojo el clavel y le guardo, por... por pura rectitud de conciencia... vamos, para reparar yo, a mi modo, una falta cometida con buen fin... Nieves seguirá pensando de por ese acto, si por desgracia le notó, lo que mejor le parezca: santo y bueno; pues yo estaré tan satisfecho con saber que son equivocados sus juicios, y que tengo en mi poder la prueba de ello. ¡Qué carape! cada uno es como Dios le hizo; y yo soy así.

Pues a ello dijo , y agárrese usted bien que voy a preparar la arribada. Apartó su atención de Nieves, y la puso toda en el yacht. La verdad es pensaba , que la ocasión es de oro para hacer eso y aun otro tanto más; pero ¡carape!... no señor, no señor: tiento, tiento, que no llevas a bordo sacos de paja... Y lo está deseando el maldito. ¡Qué luego sintió la caña! ¡Allá vas!

Pues ya se han cumplido mis pronósticos... El milagro se obró como se obran casi todos los de su especie: con un poco de casualidad y otro poco de... ¡qué carape! me voy convenciendo de que, la mayor parte de las veces, la culpa de las propias debilidades estriba en los resabios ajenos; en la falta de compensaciones mutuas; en el empeño tonto de tomarle a uno por su lado más inútil para el destino que se le quiere dar.

No tuvo otra cosa en la cabeza toda la noche, y al fin se le olvidó hacerlo al echarse el álbum en el bolsillo, de prisa y corriendo; porque ya se iba sin él... ¡Carape!... Y que ya no había enmienda posible. Pensando así, entregó el álbum a Nieves, con la forzada abnegación con que se entrega un criminal a la Guardia civil.

De donde se deduce claramente que me quedé corto cuando, escribiendo al inglés, le dije que entre ser lo que ahora soy y volverme a lo que fui, vacilaría... ¡Vacilar, carape! a ciegas me agarro a lo de ayer.

Por este lado, me alegro del antojo. Pero adquiero un compromiso que me ata; y no siempre está uno de igual humor... y luego, con este condenado genio mío que no se puede amoldar a ciertos perfiles... Y no es porque no se me ocurran las cosas, ¡quiá!... a se me ocurre todo, y hoy se ha visto: yo la he dado el brazo, y la mano; pero no está en eso la gracia, ¡qué carape! sino en hacerlo como es debido, y no como yo lo hago... con esta maldita desconfianza... Lo mismo que lo del clavel, que fue una burrada por más que se diga: pues si yo tengo un poco de serenidad y el desparpajo que otros tienen, no le tiro, ¡qué había de tirar?... En el balandro, menos mal, porque en cuanto cojo la caña, ya estoy borracho y no conozco a nadie; pero para llegar a ese punto hay que pasar por otros... Vamos, que, por este lado, no me hace maldita la gracia el antojo ese: palabra de honor... Y no pinta mal, ¡vaya!... bastante mejor de lo que ella cree... Digo, se me figura a ... Porque tiene un aplomo para afirmar y una fuerza de convicción, que se imponen... Luego, no habla al aire y por hablar; y en pintura entiende. ¡Carape si entiende!

Hay en ella sentimiento del arte, y gusto... ¡mucho gusto!... Cierto que aquí, en Villavieja, ¡está uno hecho a tan poco, a tan poco y de tan mediana calidad, y tan visto!... Pero no, señor, no: esa sevillanita, donde quiera que se la ponga, aquí o en Valladolid... ¡Carape!... No, no, lo que es el primito de allá, el original de la fotografía que estaba sobre el piano... porque según me dijo ella misma, aquel retrato es el de su primo, el hijo de doña Lucrecia, vestido de toga y con birrete... ya puede estar satisfecho si es verdad lo que se cuenta... Y lo será por las trazas.

Pues ¿y el fiscalillo ese, con su lengua de puñal?... Yo le estimo, es la verdad... y suele tener los grandes golpes... Vamos, que clava los apodos... Pero ¡carape! a lo mejor tiene unas cosas... como las de esta noche, por ejemplo... Aquello no venía al caso, ni siquiera era decente... Son personas respetables... y amigas de uno... y acaba uno de comer a su mesa... Póngase cualquiera en mi lugar; y si es persona decente, a ver si no haría lo que hice yo... Sentiré que le haya dolido lo que le dije; pero él se tuvo la culpa, y yo cumplí con mi deber... como hubiera cumplido si él continúa con la broma y le rompo yo algo en la cabeza... ¡Carape si se lo rompo!